“Por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna”
Hebreos 9:15
CRISTO, LA LEY Y LOS PACTOS
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 9:12 al 17; 17:2 al 12; Deuteronomio 9:9; Gálatas 3:15 al 28; Hebreos 9:15 al 28; 10:11 al 18.
La eterna decisión de Dios de salvar a la humanidad fue revelada por medio de los pactos. Aunque la Biblia habla de pactos, en plural (Rom. 9:4; Gál. 4:24; Efe. 2:12), existe solo el pacto de gracia, en el cual la salvación se da a los pecadores no sobre la base de sus méritos, sino de los méritos de Jesús, que se ofrecen a todos los que los reclamen por fe. El plural “pactos”, significa que Dios ha presentado sus propósitos salvíficos al afirmar de nuevo el pacto a fin de satisfacer las necesidades de su pueblo en momentos y circunstancias diferentes. Sin embargo, siempre es un mismo pacto: el pacto eterno de la gracia salvadora de Dios.
El centro de este pacto es el amor fiel de nuestro Dios, un amor que la Biblia a veces hasta equipara con los pactos mismos (ver Deut. 7:9; 1 Rey. 8:23; Dan. 9:24). Como parte de ese pacto, Dios llama a su pueblo a obedecer su Ley no como un medio de salvación sino como el fruto de ella. La Ley y la gracia juntas siempre han sido centrales en el pacto eterno de Dios.