“Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi Ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo”

Jeremías 31:33

El Reino Eterno

miércoles 25 junio, 2014

Dios creó un mundo perfecto. El pecado entró, y ese mundo perfecto quedó severamente desfigurado. La historia de la redención nos cuenta que Jesús ingresó en la historia humana a fin de que, entre otras cosas, la perfección original fuera restaurada. Los redimidos vivirán en un mundo perfecto donde el amor reinará supremo.

Como vimos, el amor puede existir solamente en un universo moral, donde solo haya seres morales; y para ser morales, también deben ser libres. Esto sugiere la pregunta: ¿Podrá el mal levantarse de nuevo?

¿De qué manera Daniel 7:27; Juan 3:16; y Apocalipsis 21:4 ayudan a responder la pregunta acerca de si el mal surgirá otra vez? ¿Cuál es la significación del término “eterno”?

Cuando Dios creó el universo, había condiciones para su estabilidad. Esto es más evidente en Génesis 2:17, donde Dios advirtió a Adán que la violación de los mandatos expresos de Dios resultarían en muerte. La mención misma de la muerte indica que el concepto de eternidad desde una perspectiva humana era condicional. Adán habría experimentado la vida eterna únicamente si se hubiese mantenido leal a Dios.

Sin embargo, en la Tierra creada de nuevo, la muerte ya no será más una realidad, lo que significa que viviremos para siempre, un cumplimiento de las muchas promesas de la Escritura. El que la rebelión pueda repetirse es realmente un punto debatible. El hecho es que no sucederá.

Lee Jeremías 31:31 al 34. ¿Qué principio vemos aquí que nos ayuda a entender por qué el mal no se levantará otra vez?

El reino mesiánico estará compuesto por personas que mantuvieron su lealtad a Dios en toda su experiencia religiosa. Frente a la persecución y las luchas personales, eligieron el sendero de la obediencia y demostraron su disposición a vivir vidas de servicio a Dios. Dios promete escribir su Ley en sus corazones, de modo que harán naturalmente las cosas que son agradables a él. En el Reino de Cristo, el pecado es vencido totalmente, y la justicia reina suprema.

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