“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”
Santiago 1:12
TARDO PARA HABLAR
Lee Santiago 1:19 y 20. ¿Qué punto importante se presenta aquí?
La Palabra de Dios tiene poder, pero también lo tienen las palabras humanas. ¿Cuán a menudo hemos dicho palabras que más tarde hubiéramos querido poder retirar? Lamentablemente, solo percibir cuán dañinas pueden ser las palabras equivocadas y cuán destructiva es la ira, nos ayudaría a sujetarnos bajo control. Dejados a nuestras propias iniciativas, nunca podremos cambiar realmente. Por esto necesitamos escuchar más a Dios y permitirle que obre en nosotros.
“Cuando toda otra voz calla, y tranquilos esperamos en su presencia, el silencio del alma hace más perceptible la voz de Dios. ‘Él nos pide: Estad quietos y conoced que yo soy Dios’ (Sal. 46:10)”
MC, p. 37
En contraste, surgen problemas cuando dejamos de escuchar a Dios, y los unos a los otros. Sea en el hogar, en el trabajo o en la iglesia, siguen las discusiones cuando dejamos de escuchar. Cuando eso sucede, el hablar comienza a acelerarse y aumenta la ira. Estas comunicaciones pecaminosas, como los deseos interiores no controlados de Santiago 1:14 y 15, nunca podrán producir la justicia de Dios.
Por esto Santiago pone lado a lado la justicia de Dios y la ira humana. Mientras dependamos de lo que surge de nuestras naturalezas pecaminosas, el poder creativo de la Palabra de Dios se bloquea y nuestras propias palabras, que no ayudan y a veces hacen doler, surgen en su lugar. No es extraño que, después de hablar acerca de todo lo que el “Padre de las luces” hace por nosotros al darnos una vida nueva, Santiago diga que seamos cuidadosos con lo que decimos.
¿Qué nos enseñan los siguientes pasajes acerca de las palabras? Prov. 15:1; Isa. 50:4; Efe. 4:29; 5:4; Col. 4:6.
Piensa en la última vez que alguien te devastó con sus palabras. La profundidad de las emociones que sentiste debería mostrarte cuán poderosas pueden ser las palabras, para el bien o para el mal. ¿Qué puedes hacer para mantener tus palabras bajo control? ¿Por qué es tan importante pensar antes de hablar?