“Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio”

Santiago 2:13

TODA LA LEY

miércoles 29 de octubre, 2014

Lee Santiago 2:10 y 11. Luego, lee los pasajes de la tabla que sigue, y clasifícalos según su énfasis en “toda la ley”, “la ley de amor”, o ambas.

 

Toda la ley

La ley de amor

Mat. 5:18, 19

 

 

Mat. 22:36-40

 

 

Rom. 13:8-10

 

 

Gál. 3:10

 

 

Gál. 5:3

 

 

Gál. 5:14

 

 

Es difícil para nosotros captar cuán radicales fueron las enseñanzas de Jesús sobre la Ley. Para los judíos devotos de entonces (y para muchos hoy), no se puede pretender guardar realmente la Ley sin el compromiso de guardar también todas las leyes que se encuentran en los libros de Moisés. Finalmente, ellos identificaron 613 leyes separadas (248 leyes positivas y 365 negativas).

La pregunta planteada a Jesús acerca de cuál era el mandamiento más importante (Mat. 22:36) tenía, probablemente, la intención de entramparlo. Pero, aunque Jesús parece haber afirmado que cada “iota” (la letra más pequeña) era importante (Mat. 5:18), él también enseñó que amar a Dios y amar a nuestro prójimo eran los mandamientos fundamentales, porque resumen todos los demás.

La enseñanza de Jesús también muestra que la obediencia no puede hacerse en el vacío. Siempre es relacional; de lo contrario, no tiene sentido. En otras palabras, si devuelvo el diezmo solo porque es lo correcto o porque temo perderme si no lo hago, no es relacional. Por otro lado, si diezmo para agradecer lo mucho que Dios me dio a mí, entonces mis acciones están basadas en mi relación con Dios.

Jesús también habló sobre “lo más importante” de la Ley, que es “la justicia, la misericordia y la fe” (Mat. 23:23). Todo ello gira también alrededor de las relaciones: con Dios y con los demás. Por lo tanto, Santiago no está diciendo nada distinto de lo que dijeron Jesús o Pablo: cualquier transgresión de la Ley de Dios daña, de cierta manera, nuestra relación con Dios y con los demás. Así, no es cuestión de realizar suficientes buenas obras para compensar nuestras obras malas. Eso es obediencia en un vacío, actuando como si todo girara alrededor de nosotros. En cambio, al conocer a Jesús, comenzamos a dirigir nuestra atención hacia afuera de nosotros, es decir, hacia la devoción a Dios y el servicio a los demás.

¿En qué proporción tu obediencia está motivada por tu amor a Dios y a los demás o por un sentido de obligación? ¿Acaso siempre es malo actuar por obligación? Tal vez no sientes amor por una persona, pero la ayudas solo porque sabes que debes hacerlo. ¿Qué tiene esto de malo, si es que lo tiene?