“Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”

Mateo 12:37

RESPONSABILIDAD

domingo 9 de noviembre, 2014

Lee Santiago 3:1. ¿Qué aspecto importante está destacando aquí sobre la responsabilidad?

Los maestros en la iglesia y en las escuelas cristianas tienen una gran responsabilidad porque moldean las mentes y los corazones de formas que perdurarán por años. Este efecto será un impacto sobre muchos otros más allá de su esfera inmediata de influencia. Cuanto más sepamos, más responsables seremos para utilizar e impartir ese conocimiento.

A la entrada de la biblioteca de Tyndale House, en Cambridge, Inglaterra, hay una placa que le recuerda a cada uno que entra allí: “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría” (Prov. 9:10). El hombre no es la medida de todas las cosas, sino Dios. Toda verdadera educación comienza y termina con él. Es triste que, al aumentar el conocimiento, la dependencia de Dios tiende a disminuir. Muchas veces se enseña que la ciencia funciona en forma independiente de Dios. Algunos maestros de teología, al esforzarse por ser creíbles, también usan métodos que dejan poco o nada de espacio a la fe. Como resultado, la fe es expulsada gradualmente de las mentes y los corazones de maestros y de alumnos. Cuando el educar para la eternidad es de máxima importancia para maestros y alumnos por igual, el aprendizaje se convierte en una actividad preciosa e inspiradora.

Pablo también entendió esta responsabilidad porque adiestraba líderes en sus iglesias (Hech. 14:23; compara con Tito 1:5). Le dio instrucciones a Timoteo de guardar el rebaño de Dios de los pastores sin experiencia y poco sabios (ver 1 Tim. 1:3-7; 3:2-6; 6:2-5; 2 Tim. 2:14, 15), porque algunos “están siempre aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad” (2 Tim. 3:7).

Los padres tienen gran responsabilidad al enseñar a sus hijos, quienes a su vez influirán en otros. Todos nosotros podemos tener una influencia profunda sobre los que nos rodean. Cuán importante es que busquemos la sabiduría de Dios, que él nos ha prometido (Sant. 1:5), y ejerzamos una influencia piadosa. Porque todos nosotros, para bien o para mal, ejercemos influencia sobre otros.

Piensa acerca de quienes influyeron en ti de una manera positiva. ¿Qué hicieron? ¿Cómo te impactó eso? ¿Cómo puedes hacer lo mismo por otros?