“Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca”

Santiago 5:8

EN ESPERA DE LA LLUVIA

domingo 7 de diciembre, 2014

Los agricultores dependen directamente de las condiciones climáticas para su sustento. Si el clima es demasiado seco o muy húmedo, muy frío o muy caluroso, su producción se verá afectada adversamente. En países más secos, como Israel, la incertidumbre es mayor, y una lluvia abundante, en el momento adecuado, es muchísimo más importante. Si el cultivo pertenece a una pequeña huerta familiar o a una gran propiedad, la cosecha y su valor posterior dependen directamente de la lluvia.

La lluvia temprana, que generalmente cae en octubre y noviembre, humedece el suelo, y lo prepara para la siembra y la germinación. La lluvia tardía, en marzo o abril, madura la cosecha para la siega.

Lee Santiago 5:7. (Compara con Deut. 11:14; Jer. 5:24; 14:22; Joel 2:23.) ¿Qué se dice en el Antiguo Testamento acerca de la lluvia? ¿Por qué Santiago usó esta imagen en relación con la venida del Señor? (Ver también Ose. 6:1-3; Joel 2:28, 29.)

“Bajo la figura de la lluvia temprana y la tardía que cae en los países orientales al tiempo de la siembra y la cosecha, los profetas hebreos predijeron el derramamiento de la gracia espiritual en una medida extraordinaria sobre la iglesia de Dios. El derramamiento del Espíritu en los días de los apóstoles fue el comienzo de la lluvia temprana, y gloriosos fueron los resultados [...]. Pero, cerca del fin de la siega de la Tierra, se promete una concesión especial de gracia espiritual, a fin de preparar a la iglesia para la venida [...]. Este derramamiento del Espíritu se compara con la caída de la lluvia tardía; y en procura de este poder adicional, los cristianos han de elevar sus peticiones al Señor de la mies ‘en la estación tardía’ ”

DNC, p. 239

Jesús se refiere a la “siega” como el “fin del siglo” (Mat. 13:39). Marcos 4:26 al 29 presenta un cuadro similar al de Santiago 5:7. El agricultor espera que el grano crezca; “y cuando el fruto está maduro [...] se mete la hoz, porque la siega ha llegado” (vers. 28, 29). Solo en el tiempo de la siega es posible distinguir el trigo de la cizaña (Mat. 13:28-30; comparar con Mal. 3:17, 18).

Siendo que solo se puede distinguir el trigo de la cizaña en el tiempo de la cosecha, ¿cómo debemos vivir nuestra fe ahora, antes de la siega?