“Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia” Jer. 31:3

El Evangelio Encarnado

lunes 22 diciembre, 2014

¡Algunos tienen mucha dificultad para encontrar el evangelio en los evangelios! Las enseñanzas de Jesús pueden parecer legalistas, pero solo si no escuchamos el resto de la historia. La mayoría de los israelitas del tiempo de Jesús creía que estaba en buena posición delante de Dios. Sostenían el Templo pagando el impuesto establecido y ofreciendo los sacrificios adecuados. Se abstenían de carnes impuras, circuncidaban a sus hijos, guardaban los días de fiesta y los sábados, y trataban de guardar la Ley tal como la enseñaban sus líderes religiosos. Entonces, vino Juan y clamó: “¡Arrepentíos!”, y bautizaba. Además, Jesús dijo que se necesita un nuevo nacimiento (Juan 3:3, 5) y que “si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mat. 5:20). En otras palabras, Jesús estaba diciendo: “Ustedes necesitan lo que no tienen. Sus obras no son suficientemente buenas”.

Lee Lucas 15:11 al 32; y 18:9 al 17. ¿De qué modo estas parábolas ilustran el evangelio?

En la parábola del hijo pródigo, el hijo estaba perdido y no lo sabía. Final mente, comenzó a ver el amor de su padre de otra manera, y anheló volver. Su orgullo desapareció. Esperando ser aceptado como un siervo, quedó atónito al ser recibido con honor por su padre. La relación se transformó. Una inver sión de las expectativas aparece en la segunda parábola. Dios ignora al fariseo “justo”, mientras que el publicano “pecador” es aceptado, y sale justificado, perdonado y libre de culpa.

Ambas historias nos ayudan a ver a Dios como un Padre y el que justifica a los impíos. Cuando describe la copa de jugo de uvas como “Mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”, Jesús sufre, como el verdadero Cordero pascual, la muerte que debía haber sido nuestra (Mat. 26:28; compara con Mar. 10:45). De este modo, la salvación es gratuita para nosotros porque Jesús pagó el precio total por ella. ¿Qué esperanza puedes obtener de estas parábolas para ti mismo?

¿De qué manera te relacionas con alguno de sus personajes, y qué necesitas cambiar en tu vida espiritual?

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