“¿No te he escrito tres veces en consejos y en ciencia, para hacerte saber la certidumbre de las palabras de verdad, a fin de que vuelvas a llevar palabras de verdad a los que te enviaron?” Prov. 22:20, 21

Lo que ponemos en nuestra boca

miércoles 25 febrero, 2015

La primera tentación humana tuvo que ver con la comida (Gén. 3:3). El ser desobedientes y comer algo equivocado trajo el pecado y la muerte a este mundo (Gén. 3:1-7; Rom. 5:12). Además, la primera mención del beber vino en la Biblia se presenta en una historia muy negativa y degradante (Gén. 9:21).

Lee Proverbios 23:29 al 35. ¿Cómo se presenta el uso del alcohol en estos versículos?

¿Quién no ha visto cuán devastador puede ser el alcohol? Es cierto, no todo el que bebe se embriaga hasta caer junto al camino. Pero es muy probable que el ebrio en la zanja nunca se haya imaginado, la primera vez que tomó un trago, que finalmente terminaría así.

“El que ha formado el hábito de tomar bebidas embriagantes está en una situación desesperada. No se puede razonar con él, ni se lo puede convencer de que se prive de esa complacencia. Tiene el estómago y el cerebro enfermos, debilitada la fuerza de voluntad y desenfrenado el apetito. El príncipe de la potestad de las tinieblas lo tiene en una esclavitud, de la que no puede librarse” “Comentarios de Elena G. de White”, CBA 3:1.180

Lee Proverbios 23:1 al 8. ¿Por qué debemos controlar nuestros apetitos?

Esta amonestación es una advertencia a quienes les gusta comer y que tienen grandes apetitos (Prov. 23:2). La metáfora de poner un cuchillo a la garganta no solo significa limitar el apetito, sino también sugiere que la comida puede representar un riesgo para la salud y aun para la vida. La palabra hebrea ( bin), traducida como “considera bien”, expresa la idea de ser cuidadoso al elegir los alimentos. Salomón usa la misma palabra al pedir sabiduría para ayudarlo a ”discernir ( bin) entre lo bueno y lo malo” (1 Rey. 3:9). El escritor inspirado piensa más que en el control del apetito, también, en los banquetes y la bebida social, cuando somos tentados a “codiciar sus manjares delicados” (Prov. 23:3).

Piensa en alguien que conozcas y cuya vida fuera destruida por el alcohol. ¿Por qué ese ejemplo puede ayudarnos a comprender por qué no debemos poner ese veneno dentro de nuestro cuerpo?

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