“No te alabes delante del rey, ni estés en el lugar de los grandes” Prov. 25:6

El Enemigo como Amigo

jueves 5 de marzo, 2015

Lee Proverbios 26:17 al 23. En el espacio que sigue, resume lo que se dicen estos textos.

Otra vez, Proverbios vuelve al poder de las palabras, esta vez, al tratar con el daño causado por las calumnias y las contiendas. Los que calumnian a tu enemigo delante de ti para hacerte pensar que están de tu lado, realmente son como “carbón”: alimentan las peleas y te conducen al fuego de más problemas (vers. 21).

Del mismo modo, los “labios lisonjeros”, que suenan tan elocuentes, pueden esconder un “corazón malo” (vers. 23). El político que desea ser elegido, el vendedor que quiere vender su mercadería, el hombre de mundo que quiere seducir a las mujeres: todos ellos conocen el poder de la elocuencia.

La lección de este pasaje es que debemos sospechar de los discursos bo nitos. Pueden ser peligrosos precisamente porque son bonitos. Algunas personas son buenos oradores; pueden sonar como muy persuasivos, muy sinceros y muy interesados, cuando por dentro ocurre algo completamente diferente. Aunque todos hemos sido víctimas de personas como estas, ¿quién no ha sido culpable, en algún momento, de hacer lo mismo: decir una cosa a una persona, pero pensar o sentir algo completamente diferente? Aquí, Proverbios habla fuer temente contra este engaño.

“Todo cuanto hacen los cristianos debe ser transparente como la luz del sol. La verdad es de Dios; el engaño, en cada una de sus muchas formas, es de Satanás [...] Pero no es fácil ni sencillo decir la verdad exacta. No podemos decirla a menos que la sepamos; y ¡cuántas veces las opiniones preconcebidas, el prejuicio mental, el conocimiento imperfecto, los errores de juicio impiden que tengamos una comprensión correcta de los asuntos que nos atañen! No podemos hablar la verdad a menos que nuestra mente esté bajo la dirección constante de Aquel que es verdad” RJ 63

¿Cuán abierto y transparente eres tú en lo que dices? ¿Qué separación, si la hubiere, hay entre tus palabras y tus pensamientos? ¿Crees realmente que tal duplicidad puede mantenerse indefinidamente?