"Porque nada hay imposible para Dios" Luc. 1:37

LOS TESTIGOS DEL SALVADOR

jueves 2 de abril, 2015

Aunque escribía principalmente para los gentiles, Lucas percibía la importancia de la herencia judía a través del Antiguo Testamento. Se preocupó por vincular la historia del Nuevo Testamento con el Antiguo, y proveyó la hermosa escena de María y José cuando circuncidaron al bebé Jesús al octavo día y lo llevaron al templo de Jerusalén, todo de acuerdo con la ley mosaica (Luc. 2:22-24).

Lee Lucas 2:25 al 32. Nota tres puntos acerca de la teología de la salvación que Simeón presenta: la salvación es mediante Jesús; la salvación es provista por Dios; la salvación es para todos los pueblos: para los gentiles así como para Israel. ¿De qué modo estas verdades se vinculan con el mensaje del primer ángel de Apocalipsis 14:6 y 7?

La profecía de Simeón también destacaba dos rasgos importantes del ministerio de Jesús.

Primero, Cristo está “puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel” (Luc. 2:34). Sí, Cristo ha traído luz y salvación para todos, pero no sin un costo para quien lo recibe. Con Cristo, no hay terreno neutral: aceptación o rechazo, y la salvación de la persona depende de que dé la respuesta apropiada. Cristo demanda exclusividad; permanecemos en él o no lo hacemos. Los que permanecen en él se levantarán y serán parte de su Reino; los que lo rechazan o permanecen indiferentes hacia él caen y perecen sin esperanza. La fe en Cristo no es negociable.

Segundo, Simeón le profetizó a María: “una espada traspasará tu misma alma” (Luc. 2:35). La referencia es sin duda a la Cruz, que María presenciará. María y todas las generaciones que la siguieron deberían recordar que, sin la Cruz, no hay salvación. La Cruz es el eje alrededor del cual gira todo el plan de salvación.

La salvación es un don, y no podemos hacer nada para ganarla. No obstante, todavía puede ser muy costoso para los que la reclaman para sí. ¿Qué te costó el seguir a Cristo, y por qué este costo, cualquiera que sea, resulta tan barato?