“Él les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Pedro, dijo: “El Cristo de Dios” Luc. 9:20

HIJO DE DIOS

lunes 13 de abril, 2015

“Hijo del Hombre” e “Hijo de Dios” son dos nombres con los que los evangelios describen quién era Jesús. El primero indica al Dios encarnado; el segundo señala su divinidad como la segunda Persona de la Deidad. Juntos, los dos nombres nos invitan a meditar en el milagro de Jesucristo: Dios, que es tanto divino como humano. Es un concepto difícil de captar, pero esa dificultad no quita nada de esta verdad asombrosa, y de la gran esperanza que nos ofrece.

Lee Lucas 1:31, 32 y 35; y 2:11. ¿Qué nos indican estos versículos acerca de quién es realmente Jesús? En Lucas 1:31 y 32, el ángel vincula el nombre “Jesús” con el “Hijo del Altí- simo”, a quien “el Señor Dios le dará” el trono de David. Jesús es el Hijo de Dios. Él es también el Cristo, el Mesías, quien restaurará el trono de David, no como un libertador terrenal, sino en el sentido escatológico de ser el que, en última instancia, derrotará el intento de Satanás de usurpar el Trono de Dios mismo. A los pastores, el ángel anunció que el niño que encontrarían en el pesebre era el “Salvador, que es Cristo el Señor” (Luc. 2:11).

Al mismo tiempo, el título “Hijo de Dios” no solo afirma la posición de Cristo en la Deidad, sino también revela la estrecha e íntima relación que Jesús tuvo con Dios el Padre mientras estuvo sobre esta Tierra.

No obstante, la relación entre el Padre y el Hijo no es la misma que tenemos nosotros con Dios. Aunque nuestra relación es un resultado de la obra de Cristo, tanto en su rol de Creador como de Redentor, su relación con el Padre como Hijo es la de uno de los tres socios iguales y eternos. Por medio de su divinidad, Jesús mantuvo los lazos más estrechos posibles con el Padre.

“Jesús dice: ‘Mi Padre que está en los cielos’, como para recordar a sus discípulos que, mientras que por su humanidad está vinculado con ellos, participa de sus pruebas y simpatiza con ellos en sus sufrimientos, por su divinidad está unido con el Trono del Infinito” DTG 410

¿Qué significa para nosotros que Jesús fue Dios, en el sentido más pleno? Aunque esta verdad está llena de implicaciones, una de las más asombrosas es que, aunque era Dios, Jesús condescendió no solo a tomar sobre sí nuestra humanidad, sino también a ofrecerse a sí mismo como sacrificio en esa humanidad, por nosotros. ¡Estamos hablando aquí de Dios! ¿Qué esperanza maravillosa nos brinda esta verdad por lo que nos dice acerca de cómo realmente es Dios?