“Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se abrirá” Luc. 11:9, 10

MÁS LECCIONES SOBRE LA ORACIÓN

jueves 14 mayo, 2015

Inmediatamente después de dar un modelo de oración a sus discípulos, con la parábola de un amigo a medianoche (Luc. 11:5-13), Jesús les enseñó la necesidad de la oración persistente. Luego, al acercarse al final de su ministerio, recordó a sus seguidores la necesidad de penitencia y humildad en la oración (Luc. 18:9-14). Ambas parábolas muestran que la oración no es sencillamente una rutina religiosa, sino un constante caminar, hablar y vivir con el Padre.

Lee Lucas 11:5 al 8. Jesús contó esta parábola para estimular la perseverancia en la oración. La oración no debe llegar a ser una rutina. Debe ser, en cambio, el fundamento de una relación de absoluta, persistente y continua confianza en Dios. La oración es el aliento del alma: sin ella, estamos espiritualmente muertos. Jesús cuenta la parábola de un vecino que rehúsa ser agradable. Su amigo ruega pidiendo una hogaza de pan para atender una emergencia a medianoche, pero es en vano. Finalmente, aun ese tal vecino se rinde y cede por los persistentes golpes dados en su puerta a medianoche. ¿Cuánto más haría Dios hacia alguien que persiste en la oración? Tal insistencia no cambia la voluntad de Dios, sino que fortalece nuestra confianza.

Lee Lucas 18:9 al 14. ¿Qué lección vital hay aquí acerca de la oración?

El fariseo esperaba que Dios lo aprobara sobre la base de lo que él había hecho, sus obras de justicia. El publicano se entregó a la misericordia de Dios, y rogaba por la aceptación sobre la base de la gracia de Dios. La aceptación de Dios no nos llega por quiénes somos o lo que somos, sino solo por su gracia. Solo aquellos que son penitentes, humildes y de espíritu quebrantado pueden recibir esa gracia.

“La mansedumbre y la humildad de corazón son las condiciones indispen- sables para obtener fuerza y para alcanzar la victoria. Una corona de gloria aguarda a los que se postran al pie de la Cruz” PR 433, 434

Las personas que no conocieron al Señor tienden a compararse con los que, supuestamente, están peor que ellas, a fin de convencerse de que no son tan malas. ¿Por qué eso es un gran engaño espiritual? ¿Qué importa que otros estén peor que nosotros?

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