“El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” Luc. 19:10
ERA CIEGO Y AHORA VEO
La declaración de misión de Jesús, que vino a buscar y a salvar lo que se había perdido, es una afirmación de un ministerio integral. Vino para hacer que los hombres y las mujeres estén completos; para transformarlos física, mental, espiritual y socialmente. Lucas presenta dos casos que ilustran el modo en que Jesús restauró a dos hombres quebrantados. Uno era ciego físicamente; el otro, espiritualmente. Ambos eran desechados: uno, un mendigo; el otro, un recolector de impuestos. Pero, ambos eran candidatos para la misión salvadora de Cristo y ninguno de ellos estaba más allá de su alcance.
Lee Lucas 18:35 al 43. ¿Qué nos enseña esto acerca de nuestra total dependencia de Dios? ¿Quién no ha clamado alguna vez: “Ten misericordia de mí”?
El ciego era Bartimeo (Mar. 10:46). Era un mendigo de las afueras de Jericó. Con una limitación física, sin importancia social y golpeado por la pobreza, de repente se encontró con una maravilla celestial: “Pasaba Jesús nazareno” (Luc. 18:37), y su fe brotó y exclamó: “¡Hijo de David, ten misericordia de mí!” (vers. 39). La fe no requiere ojos ni oídos, ni pies ni manos, sino solo un corazón que se conecta con el Creador del mundo.
Lee Lucas 19:1 al 10. ¿Quién es el “ciego” en esta historia?
Solamente el Evangelio de Lucas registra la historia de Zaqueo, el último encuentro de Jesús con un desechado. La misión de Cristo, de buscar y salvar lo que se había perdido, fue cumplida en este encuentro con Zaqueo. Este era el principal publicano de Jericó; a juicio de los fariseos, era un gran pecador, pero un gran pecador buscado y salvado por el Salvador. Los lugares y los métodos que usó Jesús para realizar su misión fueron extraños. Un sicómoro, un hombre curioso que quería ver quién era Jesús y un Señor amante que le ordena bajarse porque se había invitado a sí mismo a almorzar con Zaqueo. Sin embargo, más importante, Jesús tenía que entregar un mensaje: “Hoy ha venido la salvación a esta casa” (Luc. 19:9), aunque no antes de que Zaqueo arreglara sus cuentas (vers. 8).
Es fácil ver las fallas y las limitaciones de otras personas. No obstante, a menudo estamos ciegos frente a las propias. ¿Cuáles son algunas áreas de tu vida que necesitas confrontar, confesar y alcanzar la victoria sobre ellas, y que fueron postergadas por demasiado tiempo?