“El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” Luc. 19:10

LA PARÁBOLA DEL HIJO PERDIDO: 1A PARTE

lunes 18 de mayo, 2015

La parábola del hijo pródigo (Luc. 15:11-32) es el relato breve más hermoso sobre la naturaleza perdonadora del amor. Solo aparece en Lucas, y podría llamarse la parábola del padre amante y de dos hijos perdidos. Un hijo eligió irse a un país distante en vez de quedarse en casa. El otro hijo eligió quedarse en casa, pero no conoció el amor del padre. La parábola puede estudiarse en siete partes: cuatro se ocupan del pródigo; dos, del Padre; y una, del hermano mayor.

  1. ¡Dame! (Luc. 15:12). La decisión de exigir su porción de la propiedad no fue un impulso repentino. A menudo, el pecado se lleva a cabo después de un tiempo de pensar en prioridades mal ubicadas. Este joven debió de haber oído de sus amigos el encanto de tierras distantes. La vida en casa era demasiado rígida. Había amor, pero había límites; la tierra distante le ofrecía una vida sin restricciones. El padre era demasiado protector; su amor, demasiado estrecho. El hijo quería libertad, y en la búsqueda de una libertad sin límites estaba la semilla de la rebelión.
  2. ¿Por qué a mí? (Luc. 15:13-16). El hijo transformó en efectivo toda su herencia y se fue a una “provincia apartada”, lejos de la casa de su padre. El cuidado de ojos amorosos, el cerco protector de la ley y el abrazo de la gracia estaban ausentes en esa lejanía. Allí pasó “viviendo perdidamente” (Luc. 15:13). La palabra griega para “perdidamente” (asótos) aparece otras tres veces como sustantivo en el Nuevo Testamento: embriaguez (Efe. 5:18), rebeldía (Tito 1:6) y disolución, que incluye “lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías” (1 Ped. 4:3, 4). En esos placeres impíos desgastó su salud y desperdició su dinero, y pronto estuvo sin dinero, sin amigos y sin comida. Con hambre al punto de estar famélico, encontró empleo cuidando cerdos, una tarea repugnante para un judío.
  3. “Hazme” (Luc. 15:17-19). Pero, el pródigo aún es hijo y tiene el poder de elegir regresar. El hijo, “volviendo en sí”, recordó su hogar, a su padre y un vínculo de relación llamado amor. Caminó de regreso a casa, preparó un discurso, y rogó al padre: “Hazme”. Esto es, hazme lo que quieras hacerme, pero déjame estar bajo el cuidado de tu amor. ¡Qué mejor hogar existe que el corazón del Padre!

El mundo puede parecer muy atractivo. ¿Qué cosas específicas del mundo te tientan, de modo que piensas: “Oh, eso no es tan malo”, cuando en lo profundo sabes que sí lo es?