“El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” Luc. 19:10
LA PARÁBOLA DEL HIJO PERDIDO: 2A PARTE
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El regreso a casa (Luc. 15:17-20) fue un viaje de arrepentimiento. Comenzó cuando “volvió en sí”. Al comparar dónde estaba con la casa de su padre, decidió “ir” a su padre. Regresó con un discurso de cuatro partes que define lo que es el arrepentimiento.
Primero, reconoce al padre como “mi padre” (vers. 18). El hijo pródigo confía en su amor y su perdón, así como necesitamos confiar en el amor y el perdón de nuestro Padre.
Segundo, la confesión: el pródigo había pecado contra Dios y contra su padre (vers. 18).
Tercero, la contrición: “Ya no soy digno” (vers. 19). Reconocer la propia indignidad, en contraste con la dignidad de Dios, es esencial para el verdadero arrepentimiento.
Cuarto, la petición: “Hazme” (vers. 19). La entrega a lo que Dios quiera es la meta del arrepentimiento. El hijo ha regresado a casa.
- El padre expectante (Luc. 15:20, 21). La espera comenzó cuando el hijo salió de casa, y terminó “cuando aún estaba lejos” y el padre lo vio. “Fue movido a misericordia [...] y le besó” (vers. 20). Ninguna otra imagen capta mejor el carácter de Dios que la del padre que esperaba a su hijo.
- El regocijo de la familia (Luc. 15:22-25). El padre abrazó a su hijo, lo vistió con un vestido nuevo, puso un anillo en su dedo y zapatos en sus pies, y ordenó hacer una fiesta. La familia estaba de celebración. Si salir de la casa fue la muerte, el regreso fue una resurrección, digna de regocijo. Por cada hijo arrepentido, hay gozo en el cielo (vers. 7).
- El hijo mayor (Luc. 15:25-32). El hijo menor se perdió cuando se fue lejos. El hijo mayor estaba perdido; aunque estaba en casa, su corazón estaba lejos. Ese corazón se enojó (vers. 28), se quejó lleno de justicia propia (vers. 29) y rehusó reconocer al hermano. Le dice al padre: “este tu hijo [...] ha consumido tus bienes” (vers. 30). La actitud del hijo mayor hacia el padre es la misma que la de los fariseos que acusaron a Jesús: “Este a los pecadores recibe, y con ellos come” (vers. 2). Las palabras del padre al hijo mayor reflejan la actitud del Cielo hacia todos los pecadores arrepentidos: “Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado” (vers. 32).
Ponte en el lugar del hermano mayor. Por equivocado que sea su pensamiento, ¿por qué era “lógico” que se sintiera de esa manera? ¿Cómo revela esto la manera en que el evangelio va más allá de la “lógica”?