“Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe” Luc. 17:5

SER UN LÍDER SERVIDOR

jueves 4 de junio, 2015

Lee Lucas 22:24 al 27. Aun mientras los discípulos preparaban la Última Cena, estaban discutiendo acerca de quién sería el mayor en el Reino. ¿Cómo respondió Jesús a su disputa, y qué hay de revolucionario en su respuesta?

La respuesta de Jesús es única en la historia del liderazgo. Faraón, Nabucodonosor, Alejandro Magno, Julio César, Napoleón y Genghis Khan, todos vieron el liderazgo en términos de poder y autoridad sobre otros. Eso es muy similar al modo en que el mundo siempre actuó con relación al poder.

“Mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve” (Luc. 22:26). Al decir esto, el Señor del universo invierte la definición de liderazgo: “Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mat. 20:26-28).

Al definir de este modo la obra del siervo y la abnegación como los principios de su vida y su liderazgo, Jesús presentó una nueva dinámica de relaciones humanas: la satisfacción no proviene del poder sino del servicio; el liderazgo deriva su autoridad no del cargo sino de la condición de servidor; la transformación no comienza con el trono, sino con la cruz. Vivir es morir (Juan 12:24).

En Lucas 9:46 al 48 surgió algo similar entre los discípulos de Jesús acerca de quién sería el mayor. Los principios del mundo estaban todavía firmemente instalados en la mente de los discípulos.

La respuesta del Maestro va al corazón del problema, y plantea uno de los desafíos más difíciles de la vida en general, y de la vida cristiana en particular. Las palabras de Jesús, especialmente aquellas sobre ser el “más pequeño entre todos vosotros” (vers. 48), muestran cuán completamente invertidas están las prioridades del mundo.

Con los principios del mundo tan completamente opuestos a lo que Jesús enseña aquí, ¿cómo habremos de sobrevivir si ponemos en práctica sus principios en nuestra propia vida?