“Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios” Luc. 13:29
TESTIGOS
Lee Hechos 1:1 al 8. ¿Qué verdades importantes acerca del Reino de Dios se expresan aquí?
Lucas tenía muy claro el Reino de Dios al escribir la continuación de su Evangelio, en la forma de una breve historia de la iglesia primitiva. En el informe del libro de los Hechos, Lucas afirma tres verdades fundamentales con respecto al Reino de Dios.
Primero, estén seguros de que Jesús regresará. Durante cuarenta días entre su resurrección y su ascensión, el Señor siguió enseñándoles “acerca del reino de Dios” (Hech. 1:3). Los poderosos eventos de la Cruz y de la resurrección no cambiaron las enseñanzas de Jesús acerca del Reino; y durante cuarenta días el Jesús resucitado siguió impresionando en los discípulos la realidad del Reino.
Segundo, esperen a que Jesús regrese en el tiempo de Dios. Después de su resurrección, los discípulos de Jesús le plantearon una pregunta llena de ansiedad: “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hech. 1:6). Jesús no respondió la pregunta, sino que les corrigió la perspectiva: Dios tiene que ser siempre Dios; penetrar su mente, predecir con precisión sus planes, captar sus secretos, no es la tarea del hombre. Él sabe cuándo vendrá el Reino de gloria, y lo traerá en su propio tiempo (Hech. 1:7; Mat. 24:36), así como “cuando vino el cumplimiento del tiempo” (Gál. 4:4) envió a su Hijo para inaugurar el Reino de gracia.
Tercero, sean testigos del evangelio de Jesús. Cristo desvió a los discípulos de la especulación acerca de lo que no se conoce –cuándo vendría el Reino de gloria− a lo que se conoce y se debe hacer. El tiempo de su segunda venida no ha sido revelado, pero se nos llama a esperar ese día y a “ocuparnos” hasta entonces (Luc. 19:13). Esto significa que debemos llevar el evangelio de Jesucristo “hasta lo último de la tierra” (Hech. 1:8). Esa es nuestra responsa- bilidad: no con nuestras fuerzas sino con el poder del Espíritu Santo, que se derramaría sobre todos los que fueran testigos de lo que habían visto y oído (vers. 4-8).
Estos seguidores de Jesús todavía tenían algunos conceptos errados acerca de la naturaleza de la obra de Cristo, pero el Señor, de todos modos, los estaba usando. ¿Qué mensaje hay aquí para nosotros, de que no necesitamos comprender todo a fin de ser usados por Dios?