LA EPOPEYA DE JONÁS
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Jonás 1-4; 2 Reyes 14:25; Isaías 56:7; 44:8; Mateo 12:40; Apocalipsis 14:6-12.
EL LIBRO DE JONÁS informa de un profeta hebreo que trabajó lejos de su “zona de confort”. Vivió durante el reinado de Jeroboam II, cerca del año 750 a.C. (2 Rey. 14:25), y es el único profeta del Antiguo Testamento de quien sabemos que fue llamado para ser un misionero en otro país. Dios no quería que la verdad se limitara solo a su pueblo escogido, como lo afirma especialmente en Isaías y en los Salmos, aun cuando la teología popular israelita de ese tiempo no aceptaba que los gentiles también participaran de la salvación. Aun en tiempos del Nuevo Testamento era una lección que los judíos encontraban difícil de aprender.
En Jonás, tenemos un informe de la experiencia pionera del profeta como misionero en el extranjero, tanto lo positivo como lo negativo. Aquí se muestra una reacción muy humana de una persona ante el llamado de Dios y una apelación a mantener misiones en el extranjero. Del libro emergen algunos criterios para los misioneros que trabajan en el extranjero y sus testimonios interculturales, que también señalan soluciones para algunos de los problemas y los temas que enfrentan los misioneros modernos.