“El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre” (Hech. 9:15, 16).

MISIÓN Y MULTICULTURALISMO

jueves 10 de septiembre, 2015

“Multiculturalismo” es un término reciente, que apareció impreso (en inglés) en la década de 1960, según el Oxford English Dictionary. Para muchos pueblos antiguos, la humanidad se dividía solo en dos categorías: nosotros y ellos, nuestra tribu y los que no son de ella. Para los griegos, todos los que no eran griegos eran “bárbaros”. Para los judíos, todos los no judíos eran “gentiles”.

Como ya vimos, el éxito de la misión entre los gentiles forzó a la iglesia naciente y a sus dirigentes a tratar con la división judíos/gentiles. En esencia, el tema era si los gentiles podían ser cristianos sin antes ser judíos.

Lee Gálatas 2:1 al 17. ¿De qué manera este incidente ilustra el desafío del “multiculturalismo” en la proclamación y la misión?

“Cuando Pedro visitó más tarde Antioquía, ganó la confianza de muchos por su prudente conducta hacia los conversos gentiles. Por un tiempo procedió de acuerdo con la luz proveniente del cielo. Se sobrepuso a su natural prejuicio hasta el punto de sentarse a la mesa con los conversos gentiles. Pero, cuando ciertos judíos celosos de la ley ceremonial vinieron de Jerusalén, Pedro cambió imprudentemente su actitud hacia los conversos del paganismo [...]. Esta manifestación de debilidad de parte de los que habían sido respetados y amados como dirigentes causó la más penosa impresión en la mente de los creyentes gentiles. La iglesia estaba amenazada por un cisma” (HAp 163).

Pablo afrontó el problema con Pedro y tomó una posición firme para lo que hoy llamamos una iglesia multicultural. Sus conversos gentiles no tenían que convertirse en judíos a fin de llegar a ser cristianos. Los antecedentes de Pablo como fariseo devoto, ex alumno del Rabban Gamaliel, ciudadano romano, celoso perseguidor fundamentalista y, finalmente, converso y apóstol de Jesucristo, lo calificaban muy bien para diferenciar los divinos absolutos eternos e inmutables de los elementos culturales y religiosos temporarios.

¿De qué forma distinguimos entre los elementos esenciales de nuestra fe y lo que es meramente cultural, social o, incluso, preferencias personales?