“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil. 3:13, 14).

ANDAR BIEN CON OTROS

jueves 17 septiembre, 2015

Pablo era un trabajador incansable, con una personalidad fuerte y un propósito específico. Tales personas pueden tener pocos amigos y muchos admiradores. Pero, en sus viajes, dos o tres compañeros de trabajo solían acompañarlo. Por lo menos ocho de estos colaboradores se mencionan por nombre (Hech. 13:2; 15:22, 37; 16:1-3; 19:22; Col. 4:7, 10, 11; File. 24). A estos deben añadirse los saludos a 24 personas en Romanos 16, además de los saludos generales a diversas casas.

El apóstol creía en el trabajo en equipo. Sin embargo, algunas veces tuvo conflictos con sus colaboradores.

Lee Hechos 15:38 al 41. ¿Qué sucedió, y qué nos dice esto sobre la humanidad de aun estos grandes obreros de Dios?

“Allí Marcos, abrumado por el temor y el desaliento, vaciló por un tiempo en su propósito de entregarse de todo corazón a la obra del Señor. No acostumbrado a las penurias, se desalentó por los peligros y las privaciones del camino [...]. Esta deserción indujo a Pablo a juzgar desfavorable y aun severamente, por un tiempo, a Marcos. Bernabé, por otro lado, se inclinaba a excusarlo por causa de su inexperiencia. Anhelaba que Marcos no abandonara el ministerio, porque veía en él cualidades que lo habilitarían para ser un obrero útil para Cristo” (HAp 140).

El informe de Hechos revela que Pablo esperaba que sus compañeros perseverasen en los trabajos y los peligros de su misión. Para Pablo, su equipo constituía una iglesia en miniatura. Deseaba establecer un buen ejemplo, un modelo por imitar en la misión. Relaciones responsables pero amantes, entre los miembros del equipo, fueron el modelo para las iglesias que, a menudo, se reunían en hogares. El equipo también daba adiestramiento a nuevos evangelistas y misioneros. Por supuesto, a veces las cosas no fueron suaves, como en el caso de Juan Marcos.

Lee 2 Timoteo 4:11. ¿Qué nos revela esto acerca del crecimiento y el perdón?

Todos cometemos errores. ¿Cómo puedes perdonar a quienes te hirieron por sus equivocaciones? Piensa también en aquellos a quienes tú heriste con tus errores. ¿Has buscado sanar esas situaciones? De no ser así, ¿por qué no lo haces ahora?

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