“Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe, al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén” (Rom. 16:25-27).

¿CUÁNTO DEBE UNO CONOCER?

lunes 21 de septiembre, 2015

Ayer vimos que, aunque la obra de Cristo proporciona el único medio de salvación, algunos creen que el conocimiento explícito de Jesús no es necesario a fin de ser salvos.

Esto no implica que la salvación se obtiene aparte de Cristo, sino que Dios puede y quiere aplicar los méritos de Jesús a quién él desea. Algunos creen que los que no conocen a Cristo y nunca estuvieron expuestos al evangelio pero que, bajo la influencia del Espíritu Santo sienten su necesidad de liberación y actúan en armonía con ella, serán salvos. La cita de Elena G. de White al fin de la sección del domingo ciertamente implica esto (piensa en Job y en Melquisedec).

¿Qué luz arrojan sobre esta idea los siguientes textos?

Sal. 87:4-6

Juan 10:16

Hech. 14:17

Hech. 17:26-28

Rom. 2:12-16

“El cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad” (Rom. 2:6, 7).

Pablo indica que algunos fuera del cristianismo reciben vida eterna como resultado del principio de una “obediencia para vida”. La obediencia a la ley de la conciencia, mientras esté en armonía con la Ley de Dios, y el conocimiento de la diferencia entre el bien y el mal, ayudará en el día del Juicio a los que nunca oyeron del plan de salvación. Sin embargo, estas personas están respondiendo a la obra del Espíritu en sus corazones.

Siendo que no conocemos los corazones de las personas, ¿por qué debemos ser cuidadosos de no juzgar la salvación de sus almas, ya sea en el caso de cristianos profesos o de no cristianos?