“Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jer. 1:5).

LOS PROFETAS

domingo 27 septiembre, 2015

Los profetas, de acuerdo con su llamamiento, fueron decididos protectores de la Ley de Dios. Se mantuvieron en el Pacto y en los Diez Mandamientos (Jer. 11:2-6). Miqueas 3:8 nos da un resumen de la obra de los profetas, que era “denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado”. Y el concepto de pecado, por supuesto, no tiene significado separado de la Ley (ver Rom. 7:7).

¿Cuál era el mensaje de los profetas al pueblo? ¿De qué maneras ese mensaje es el mismo para nosotros hoy? Isa. 1:19; Jer. 7:5-7; Eze. 18:23. (Ver también Mat. 3:7-11.)

El juicio de Dios podía evitarse, pero caería sobre ellos si no se volvían de sus malos caminos. Sin embargo, el cambio no es fácil, especialmente cuando la gente se habitúa a hacer el mal. ¿Quién no ha visto cómo la gente se acostumbra al mal que en otro tiempo la abrumaba? El mensaje de los profetas debía mostrar a la gente cuán malos eran sus caminos, y cuáles serían las consecuencias de no apartarse de ellos. Y, por supuesto, este mensaje no era de los profetas, sino de Dios.

Los profetas no mencionan de qué modo les era revelada la Palabra de Dios o cómo la oían. A veces, Dios les hablaba directamente, tal vez, en un “suave murmullo” (1 Rey. 19:12, NVI); o el Espíritu Santo les daba sueños o visiones. Sin embargo, no importa cómo les llegaran los mensajes, los profetas tenían una misión, no solo de transmitir la voluntad de Dios al pueblo en general, sino también, cuando era necesario, hablar ante reyes, emperadores y generales.

Esta tarea involucraba una gran responsabilidad: si decían la verdad, estas personas poderosas podían matarlos; pero, si no representaban la verdad, el juicio de Dios también podía caer sobre ellos. Ser un profeta es una vocación difícil y, por lo que nos muestran las Escrituras, los que recibieron ese llamado lo tomaron muy en serio.

Podemos estar contentos de que lo hicieron, porque sus mensajes nos han llegado en la Biblia. En ese sentido, sus palabras todavía hablan hoy. La pregunta actual es la misma que en el tiempo de Jeremías: ¿Escucharemos?

¿Qué nos están diciendo los profetas, aun después de todo este tiempo? En esencia, ¿cuál es su mensaje básico para el pueblo de Dios?

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