EL BREVE REINADO DEL REY JOAQUÍN DE JUDÁ
El decimonoveno rey de Judá fue Joaquín, hijo de Joacim. Reinó en el trono de David apenas tres meses y medio. En el año 598 a.C., Nabucodonosor llevó sus ejércitos a Jerusalén y tomó cautivos al rey, que tenía 18 años, con su madre, sus esposas y muchos otros de la realeza. En el año 561 a.C., en el año 37o de su cautiverio, Evil-Merodach, el sucesor de Nabucodonosor, le extendió a Joaquín su gracia. Se le dio el derecho de comer con el rey de Babilonia, y pudo vestir su manto real. (Ver 2 Rey. 25:27-30; Jer. 52:31-34.) Sus hijos también fueron a Babilonia con él, pero la profecía de Jeremías dijo que tendría que renunciar al trono de David.
Lee en Jeremías 29:1 al 14, las palabras de Dios por medio de Jeremías después de que el rey Joaquín, su familia y la corte fueron llevados cautivos. Aun en medio de esta tragedia, ¿cómo se revelaron el amor y la gracia de Dios?
Uno de los versículos más famosos de la Biblia es Jeremías 29:11: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes –afirma el SEÑOR−, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza” (NVI). Por supuesto, aquí tenemos el contexto inmediato: es Dios, que habla por medio de Jeremías a los cautivos de Judá que habían visto su vida completamente desarraigada por sus conquistadores babilonios. No obstante, aun entonces, sin importar cuán mala pareciera la situación, Dios quería que ellos supieran que él todavía los amaba y pensaba solamente en su bien. Sin duda, considerando las terribles circunstancias, ellos debieron haber dado la bienvenida a tales palabras de esperanza. De este modo, aun en medio de las terribles advertencias y amenazas, el pueblo todavía recibió la promesa de un “futuro y una esperanza”. Cuán vital debió haber sido para ellos, especialmente en ese momento, tener esa seguridad.
¿Un futuro y una esperanza? ¿Qué promesas puedes reclamar a Dios acerca de “un futuro y una esperanza” ahora mismo, no importa cuáles sean las circunstancias?