LA ADVERTENCIA A JEREMÍAS
“Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Juan 3:19).
La triste historia de Jeremías es que la oposición que afrontó provino de los mismos que, por medio de él, Dios estaba tratando de salvar. Dios quería evitarles el desastre que ciertamente vendría. El problema, sin embargo, es que la gente a menudo no quiere oír lo que necesita oír, porque va en contra de sus deseos pecaminosos y corruptos.
Lee Jeremías 11:18 al 23. ¿Qué sucede aquí? ¿A qué nos recuerdan algunas de esas imágenes?
Aunque en el antiguo Israel los que profetizaban falsamente en el nombre de Dios podían afrontar la muerte, en este caso no hay indicación de que los hombres de Anatot pensaran que Jeremías estuviera hablando falsamente. En cambio, parece que ellos solo querían silenciarlo. No deseaban escuchar lo que él tenía para decir. Aunque el texto no explica cómo pensaban matarlo, algunos eruditos piensan que podrían haber planeado envenenarlo.
Como ya vimos, Anatot era el pueblo natal de Jeremías, y su gente estaba rechazando su mensaje hasta el punto de estar dispuesta a matarlo. Sin embargo, esto solamente era el comienzo de un rechazo mucho más amplio de todo el “remanente” de su propia nación.
Por supuesto, todo esto, incluyendo la imagen del “cordero llevado al matadero”, evoca el sacrificio de Jesús. En un sentido, Jeremías prefiguró a Cristo, no como un tipo (como los sacrificios de animales), sino en que él, como Jesús, enfrentó una fuerte oposición de los mismos a quienes trataba de ayudar. Esta situación en la vida de Jeremías recuerda decididamente lo que Jesús también pasó durante los comienzos de su ministerio (Luc. 4:14-30).
¿Cuándo fue la última vez que oíste algo que sabías que era correcto, pero sencillamente no querías escuchar? ¿Cuál fue tu reacción inicial? En casos como este, ¿por qué necesitamos aprender a tomar nuestra cruz?