“Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza” (Jer. 17:14).

EL PECADO DE JUDÁ

lunes 19 octubre, 2015

Ciertamente la tarea de Jeremías no sería fácil. Tal vez algunas personas encuentren un placer perverso en señalar a otros sus pecados, pero para la mayoría no es una tarea agradable, especialmente por las reacciones que sus palabras podrían provocar. Algunos, al escuchar las palabras de reprensión, se arrepienten y reforman, pero ese no es usualmente el caso, en especial cuando la reprensión es aguda y fuerte. Y de hecho, como con todos los profetas, las palabras de Jeremías eran precisamente eso: agudas y fuertes.

Lee Jeremías 17:1 al 4. ¿Cuáles fueron algunas de las advertencias que Jeremías le dio al pueblo?

La imagen del pecado grabado en el corazón es especialmente fuerte. Muestra la profundidad de la corrupción. La idea no es solo que el pecado está escrito allí, como con una pluma, sino que está esculpido allí, como grabado con una herramienta. Todo eso llega a ser más fuerte cuando recordamos las palabras de Dios a los antepasados de Judá: “Cuando obedecieres a la voz de Jehová tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos escritos en este libro de la ley; cuando te convirtieres a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma [...]” (Deut. 30:10; compara con Sal. 40:8 y Jer. 31:33). Con la iniciativa brotando de sus corazones, habían de amar a Dios y obedecer su Ley; ahora, en cambio, su pecado –la violación de esa ley (1 Juan 3:4)− estaba grabado en sus corazones.

“Nadie, entre los que se declaran depositarios de la Ley de Dios, se lisonjee de que la consideración que en lo exterior manifieste hacia los Mandamientos lo preservará del cumplimiento de la justicia divina. Nadie rehúse ser reprendido por su mal proceder, ni acuse a los siervos de Dios de ser demasiado celosos al procurar limpiar de malas acciones al campamento. Un Dios que aborrece el pecado invita a los que aseveran guardar su Ley a que se aparten de toda iniquidad” (PR 306, 307).

¿El pecado grabado en el corazón? Es un pensamiento atemorizador, ¿verdad? ¿Qué nos dice esta imagen acerca de cuán profunda e intensa es la obra de purificar nuestros corazones? ¿Cuál es la única manera de lograrla?

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