“Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza” (Jer. 17:14).

LOS DOS CAMINOS

domingo 18 de octubre, 2015

Desde los primeros capítulos del Génesis hasta los últimos en el Apocalipsis, la Biblia nos presenta solo dos opciones acerca de cómo vivir: o seguimos a Dios con todo nuestro corazón y alma o no lo hacemos. Como dijo Jesús, con palabras que muchos encuentran perturbadoras: “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Luc. 11:23). Esta es una declaración fuerte y sin ambigüedad acerca de realidades espirituales mayores que las visibles o que las que el sentido común parecería comunicar. Es el tema de la gran controversia en su nivel más básico. Y no obstante, en un sentido, Jesús no está diciendo nada nuevo o radical. Siempre ha sido así.

Lee Jeremías 17:5 al 10. ¿Qué vitales principios espirituales encontramos aquí, especialmente a la luz de la gran controversia entre Cristo y Satanás?

El contexto inmediato de estas palabras probablemente refleje el coqueteo político de Judá. Dios quería que comprendieran que su única ayuda estaba en él, no en los poderes políticos o militares (un punto que aprenderían más adelante, pero solo después de que fuera demasiado tarde). Aunque Dios puede utilizar a personas para ayudarnos, y lo hace, al fin siempre tenemos que poner nuestra confianza solo en él. Nunca podemos estar seguros de los motivos de los demás, pero siempre podemos conocer las intenciones de Dios para nosotros.

Con buena razón, Jeremías 17:9 nos advierte acerca de lo engañoso que es el corazón humano. El texto hebreo dice que el corazón es más engañoso que “todo”. Los terribles efectos físicos del pecado, por malos que sean, no son tan malos como los efectos morales y espirituales. El problema es que, por cuanto nuestros corazones son tan engañosos, no podemos saber plenamente cuán malos realmente son. Jeremías pronto vería por sí mismo cuán malísimas pueden ser las intenciones humanas.

¿Cómo puedes aprender a confiar en Dios más de lo que has confiado hasta ahora? ¿De qué modo puedes vivir por fe, ahora mismo, y hacer lo que es correcto antes los ojos de Dios?