“Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza” (Jer. 17:14).

REPRENSIÓN Y RETRIBUCIÓN

sábado 17 octubre, 2015

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Jeremías 17:5-10; 17:1-4; 11:18-23; Juan 3:19; Jeremías 12:1-6; 14:1-16.

“¿QUÉ ES LO QUE HA SIDO HECHO? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol” (Ecl. 1:9).

¿Nada nuevo bajo el sol? Esto es especialmente cierto cuando se refiere a la vida y la obra de los profetas de Dios, que muchas veces fueron llamados para entregar palabras de advertencia y reprensión a quienes deberían haber sabido mejor. Aunque trataban de ser fieles a su llamamiento, los profetas en su mayor parte afrontaron oposición ardiente, incluso duras retribuciones, a menudo de los líderes espirituales, que deberían haber sido los primeros en escucharlos. No es extraño que Jesús dijera: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos, y decís: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas” (Mat. 23:29, 30).

Esta semana comenzaremos a considerar las pruebas que pasó Jeremías, cuyo ministerio parece consistir en nada más que reprensión y retribución: él da la reprensión, los líderes le dan la retribución.

Más de ESU