“Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí” (Jer. 20:7).

SACERDOTES Y PROFETAS IMPÍOS

domingo 25 octubre, 2015

Separados cronológicamente de Judá por más de dos mil años, y aún más alejados en lo cultural y social, es difícil para nosotros comprender todo lo que sucedía en el tiempo de Jeremías. Cuando leemos la Biblia, especialmente las advertencias y las amenazas duras que Dios pronunció contra el pueblo, muchas personas ven a Dios como severo, despreciable y vengativo. Sin embargo,esta es una mala comprensión, basada solo en una lectura superficial de los textos. En cambio, el Antiguo Testamento revela lo mismo que el Nuevo Testamento: Dios ama a la humanidad y quiere que se salve, pero él no fuerza nuestras decisiones. Si queremos hacer el mal, a pesar de sus ruegos, estamos en libertad de hacerlo. Pero debemos recordar no solo las consecuencias, sino también que hemos sido advertidos de ellas de antemano.

¿Cuáles eran algunos de los males con los que Dios estaba tratando en Judá, y contra los que profetizaba Jeremías? Jer. 23:14, 15; 5:26-31.

La procesión de males que aquí se presenta es una pequeña muestra de las cosas en las que el pueblo de Dios había caído. Tanto los sacerdotes como los profetas eran “impíos”, una ironía increíble considerando que los sacerdotes debían ser representantes de Dios; y los profetas, sus voceros. Y esto era solo el comienzo de los problemas que enfrentó Jeremías.

Los males presentados aquí son de varios tipos. La apostasía de los líderes espirituales también llevaba a otros a hacer el mal “para que ninguno se convirtiese de su maldad” (Jer. 23:14). Aun cuando Dios les advierte del juicio venidero, los profetas les dicen que no vendrá. Entretanto, como estaban lejos de Dios, se habían olvidado de la amonestación de cuidar de los huérfanos y de defender a los pobres (Jer. 5:28). La nación se había apartado de Dios. Una buena parte de la Biblia, por lo menos entre los libros proféticos del AntiguoTestamento, registra que Dios procuraba llamar de vuelta a su pueblo descarriado, a pesar de todos estos males; y más, él estaba dispuesto a perdonarlos, sanarlos, y aun restaurarlos. Pero si ellos rehusaban, ¿qué más podía hacerse?

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