“No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual” (2 Rey. 23:25).

Conclusión

viernes 20 de noviembre, 2015

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: La profundidad de la corrupción que había en Israel puede verse en la clase de reformas que inició Josías. Sin embargo, ¿cómo fue que la nación había caído tan lejos? En un sentido, la respuesta es sencilla: cayeron tan bajo por causa de su humanidad. Cuánto se ha degradado la humanidad se reveló en un famoso experimento realizado en la Universidad de Yale en la década de 1960.

Los participantes fueron incorporados mediante anuncios en los diarios; se les dijo que debían administrar choques eléctricos a personas atadas a sillas en otra habitación. Los interruptores que controlaban los choques estaban marcados desde “Choque ligero” hasta “Peligro: choque severo”, incluyendo dos más, marcados con “XXX” siniestras. Se les dijo que administraran los choques de acuerdo con órdenes que les darían los científicos que conducían el experimento. Al hacerlo, oirían los gritos y los pedidos de misericordia desde la otra habitación. En realidad, la gente en la otra habitación sencillamente actuaba: no recibían choques. El tema del estudio era ver hasta qué punto estos participantes normales iban a infligir “dolor” a personas que no conocían solo porque se les ordenaba hacerlo. Los resultados fueron aterradores. Aunque muchos mostraron ansiedad, perturbación, y hasta enojo, esto no detuvo a un asombroso 65 por ciento de ellos, que aplicaron los “choques” más severos, creyendo que realmente estaban hiriendo a la otra persona. El director del experimento escribió que “la gente ordinaria, sencillamente, hacía su tarea y, sin ninguna hostilidad especial de su parte, pueden llegar a ser agentes en un terrible proceso destructivo”. ¿Cuántas personas “comunes” han hecho cosas terribles a través de la historia, o aun hoy? Demasiadas, ciertamente. ¿Por qué? Los cristianos conocen la respuesta. Somos pecadores; así de sencillo y claro.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. ¿Qué nos dice la reforma de Josías acerca de la importancia de la Palabra de Dios en nuestra vida?
  2. Se podría plantear ahora una pregunta válida: Si fuera demasiado tarde para evitar una catástrofe próxima, ¿por qué llamar al arrepentimiento, al reavivamiento y a la reforma? ¿Cuál sería el propósito? ¿Qué respuesta darías? ¿De qué manera la razón podría encontrarse en el modo en que ese reavivamiento impactaría en cada persona individualmente, más allá de la nación como un todo?