“No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual” (2 Rey. 23:25).

LAS REFORMAS DE JOSÍAS

jueves 19 de noviembre, 2015

A pesar de la advertencia de la ruina venidera, Josías estaba aún decidido a hacer “lo recto ante los ojos de Jehová”. Tal vez no podía evitarse el desastre,

“pero al anunciar los castigos retributivos del Cielo, el Señor no retiraba la oportunidad de arrepentirse y reformarse; y Josías, discerniendo en esto que Dios tenía buena voluntad para atemperar sus juicios con misericordia, resolvió hacer cuanto estuviese en su poder para realizar reformas decididas”

PR, p. 294, 295

Lee 2 Reyes 23:1 al 28. ¿Cuál era la esencia de la reforma que el fiel rey procuró producir en su corrompida nación? ¿Qué nos dicen estos actos acerca de cuán malas habían llegado a ser las cosas en la nación escogida?

Josías reunió a todo el pueblo en Jerusalén a fin de renovar su pacto con Dios. Leyó el recientemente hallado Libro de la Ley, y entonces hizo el voto de seguir al Dios de Israel.

El Rey no ejecutó esta obra por sí solo, sino que pidió a los que tenían responsabilidades espirituales que hicieran lo que fuera necesario. Por ejemplo: a través de los siglos, diversos objetos (estatuas y símbolos que popularizaron la adoración extranjera en Israel), se habían reunido en el Templo. Algunas veces habían sido parte de las condiciones de paz, impuestas a la nación; a veces los reyes las habían exhibido a fin de demostrar su pacificación, una señal de rendición. Cualesquiera que fueran las razones, no correspondía que estuviesen allí, y Josías ordenó que se retiraran y destruyeran.

Además, la celebración de la Pascua durante la reforma de Josías no ocurrió solo dentro de los hogares, como había sido anteriormente, sino que toda la nación la celebró unida. Su mensaje simbólico era que habían dejado atrás una era antigua, y ahora había llegado un tiempo nuevo en el que se comprometían a servir al verdadero Dios, que los había sacado de Egipto, que les había provisto un hogar como había prometido y que estaban con ellos en su vida diaria.

La importancia de celebrar una Pascua nacional era comenzar algo nuevo porque todas las cosas viejas habían terminado (al menos idealmente). ¿Qué significa el simbolismo de la Pascua para nosotros ahora, como adventistas del séptimo día? (Ver 1 Cor. 5:7.)