“Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Luc. 9:23).

EL YUGO DE HIERRO

miércoles 25 de noviembre, 2015

La batalla entre los profetas no fue solo de palabras, sino también de actos. Obedeciendo el mandato de Dios, Jeremías puso el yugo de madera alrededor de su cuello; esto era un símbolo evidente del mensaje que llevaba al pueblo.

¿Cuál fue el simbolismo profético del acto de Hananías? Jer. 28:1-11.

Imagínate, por ejemplo, que después de que Jesús maldijo la higuera (Mar. 11:13, 19-21) alguien que hubiera escuchado lo que Jesús decía y sabía lo que había pasado hubiera plantado una higuera nueva en el mismo lugar, en un intento de refutar la profecía de Jesús. Esto es lo que hizo Hananías con Jeremías y la profecía que su yugo simbolizaba. Era un acto de desafío abierto a lo que había dicho Jeremías.

Nota, también, la reacción de Jeremías. Los textos no registran nada de lo que dijo después de que el yugo fue quebrado. Solo se dio vuelta y se alejó. Si la historia hubiera terminado allí, habría parecido que el profeta se había retirado, derrotado.

Lee Jeremías 28:12 al 14. ¿Qué sucedió luego? ¿Cuál fue el nuevo mensaje de Jeremías?

La respuesta de Jeremías no fue un mensaje de venganza: tú me hiciste esto, así que te haré esto otro. En cambio, fue otro mensaje claro del Señor, pero más fuerte aún que el anterior. Alguien podría haber quebrado un yugo de madera, pero ¿quién puede quebrar uno de hierro? En un sentido, lo que Dios les decía era que, por su obstinación y por rehusar obedecer, solo estaban haciendo que las cosas fueran peores. Si pensaste que un yugo de madera era malo, prueba con uno de hierro.

¿Quién no ha aprendido por el camino difícil que a veces la obstinación hace que las cosas sean peores? Cuando tratamos con el Señor, ¿por qué siempre es mejor someternos y rendirnos de inmediato que seguir peleando y hacer que las cosas sean más difíciles?