“Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz” Jeremías 29:7

LOS SETENTA AÑOS

jueves 3 de diciembre, 2015

Las profecías de Jeremías debieron de haber tenido un doble efecto en el pensamiento de los cautivos: por un lado, que no debían creer a los falsos profetas; y por otro lado, que no debían desalentarse. Les pidió a sus conciudadanos que oraran por Babilonia. Este pedido pudo haber sorprendido a los que habían sido deportados. Lo que Jeremías les pedía nunca antes se había oído en Israel. Era totalmente desconocido el orar por un enemigo que había hecho tanto daño a la nación escogida de Dios. El profeta rompió con todo lo que entendían con respecto al Templo y a Jerusalén; ahora podían orar en un país pagano, y Dios los escucharía.

Nota, además, lo que el profeta dijo en Jeremías 29:7: que la prosperidad de esa nación “huésped” significaría la prosperidad de ellos también. Como extranjeros en la tierra, eran especialmente vulnerables si las cosas iban mal en la nación en general. A través de la historia, hemos visto tristes ejemplos de intolerancia. Cuando una nación enfrenta tiempos difíciles, la gente busca “chivos expiatorios” a quienes echarles la culpa, y las minorías o los extranjeros a menudo llegan a ser ese blanco. Es una realidad lamentable.

¿Qué maravillosa esperanza se da a los exiliados en Jeremías 29:10? (Ver también Jer. 25:11, 12; 2 Crón. 36:21; Dan. 9:2.)

Todo lo que Dios había dicho que ocurriría sucedió, así que podían confiar en que él cumpliría también esta profecía (Jer. 29:10). Por qué el tiempo de su exilio sería de setenta años, no lo sabemos, aunque está claramente vinculado con la idea del descanso sabático para la tierra (ver Lev. 25:4; 26:34; 43). Si hubieran aceptado esta profecía con fe y sumisión, les habría dado gran esperanza y seguridad en la soberanía del Señor. A pesar de las apariencias, a pesar de la terrible calamidad que cayó sobre ellos, podían saber que no todo estaba perdido, y que el Señor no los había abandonado. Todavía eran el pueblo del Pacto. Dios no había terminado con ellos o con la nación. La redención estaba al alcance de todos los que estuvieran listos para cumplir las condiciones.

¿Qué profecías te dan gran esperanza para el futuro? ¿Cuáles fortalecen tu fe y te ayudan a confiar en el Señor, no importa lo que venga?