“Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz” Jeremías 29:7

EL DESGRACIADO REINADO DE SEDECÍAS

lunes 30 de noviembre, 2015

Sedecías, cuyo nombre significa “justicia de Jehová”, fue el último rey en el trono de Judá antes de que los babilonios la destruyeran en 586 a.C. Al principio pareció dispuesto a obedecer las palabras de Jeremías, y someterse a los babilonios. Sin embargo, esta actitud no duró mucho tiempo.

Lee Jeremías 37:1 al 10. ¿Qué le advirtió Jeremías al rey Sedecías?

Bajo la presión de sus súbditos, muy probablemente la nobleza, Sedecías ignoró las advertencias de Jeremías e hizo una alianza militar con los egipcios, con la esperanza de evitar la amenaza de los babilonios (ver Eze. 17:15-18). Como se le había advertido debidamente, la salvación no venía de los egipcios, después de todo.

Lee Jeremías 38:1 al 6 ¿Qué le sucedió a Jeremías (otra vez) por su proclamación de la palabra de Dios al pueblo?

Como dijo Jesús: “No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa” (Mar. 6:4) Pobre Jeremías, otra vez se enfrenta con la ira de sus propios conciudadanos. Como el resto de la nación, no podía decir que no había sido advertido. En este caso, no obstante, la advertencia era sobre pruebas que afrontaría si se mantenía fiel; y ¡él fue fiel!

Cuán difícil debió de haber sido para Jeremías, además, porque lo acusaban de debilitar la moral de la nación. Después de todo, teniendo en cuenta que, cuando el pueblo enfrentaba a un enemigo externo contra quien deseaba luchar, Jeremías había estado por años diciendo que era una causa perdida, que no podrían vencer y que aun el Señor estaba en contra de ellos, es comprensible que quisieran encerrarlo. Muy endurecidos en el pecado, no escuchaban la voz de Dios que les hablaba; en realidad, pensaban que era la voz del enemigo.

Por difícil que fuera la mazmorra, piensa en cuán difícil era para Jeremías escuchar la acusación de que estaba procurando el daño y no el bienestar de su propio pueblo. ¿Cómo se siente ser acusado de dañar a los mismos que estás tratando de ayudar?