“La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero” (Apoc. 7:10).

SATANÁS EXPULSADO

miércoles 30 de diciembre, 2015

La guerra no se limitó al cielo, sino también afectó la Tierra. Por un tiempo, parece que Satanás (el “acusador de nuestros hermanos”, Apoc. 12:10) podía presentarse ante el Trono de Dios y acusar al pueblo de Dios. Job fue un personaje bíblico que sufrió esta afrenta.

Lee Lucas 10:1 al 21. ¿Qué significan aquí las palabras de Cristo acerca de Satanás?

Antes de enviar a los Setenta, Jesús les indicó que no llevaran consigo dinero ni ropa (Luc. 10:4) y que pidieran la bendición de Dios sobre sus huéspedes (vers. 5). Les advirtió que serían como corderos que caminan entre lobos (Luc. 10:3), lo que se refleja en Apocalipsis 12, donde el dragón intenta hacer guerra contra el pueblo de Dios.

Al regresar gozosos (Luc. 10:17), informaron que los demonios les estaban sujetos, y esto debió de haberle agradado a Jesús (vers. 21). En este contexto, Jesús declaró que Satanás caía como un rayo del cielo. Advirtió a sus discípulos que su gozo no debía basarse en su éxito sobre los demonios, sino más bien en tener sus nombres escritos en el cielo (vers. 20). Este recordativo pone la salvación humana firmemente donde debe estar: en las manos de nuestro Salvador. Es Jesús, y no nosotros, quien derrotó al enemigo.

Los seguidores de Jesús tienen el privilegio de testificar acerca de la salvación que Jesús ha ganado. Este episodio, en Lucas 10:17 al 20, parece vincular la obra de testificar, que Jesús confía a su pueblo, con el poder sobre Satanás en este Gran Conflicto. Testificar erosiona el poder que Satanás tiene sobre los habitantes del mundo, y da a la humanidad la oportunidad de recuperar su tarea original: expandir las fronteras del Reino de Dios.

El poder sobre el adversario es solo posible por causa de la victoria que Jesús ganó en la Cruz. Pablo declara que Jesús “desarmó a los poderes y a las potestades” y triunfó sobre ellos (Col. 2:15, NVI). En él, el pueblo de Dios triunfa. La desaparición de Satanás es segura. “El príncipe de este mundo será echado fuera” (Juan 12:31) para nunca más acusar al pueblo de Dios. ¡Podemos regocijarnos en que la batalla sea del Señor.

“Regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos”. Medita en estas palabras. ¿Qué nos dicen, y por qué es una razón para regocijarnos?