LA PRUEBA DE UN ÁRBOL
Dios creó todo en una serie de partes con límites claramente especificados: la luz y la oscuridad, las aguas de arriba y las de abajo, la tierra y el mar, la noche y el día, las criaturas de acuerdo con su género, un día separado de los otros, una mujer separada del hombre, y un árbol separado de los otros.
Lee Génesis 1:4, 6, 7, 14, 18, 21, 24 y 25. ¿Por qué era importante que se delinearan límites claramente especificados aun antes de la creación de los seres humanos?
Así como Dios formó a hombres, bestias y aves (Gén. 2:7, 19), también hizo que la tierra “produjera” hermosos árboles con frutos deliciosos (vers. 8, 9). Dios también eligió una parte especial de la Tierra en la que plantó un huerto. Solo podemos tratar de imaginar su belleza; los maravillosos jardines que vemos hoy seguramente son pobres reflejos de cómo debió de haber sido el Edén. En medio de este jardín plantado especialmente en el Edén (separado del resto del mundo), había dos árboles singulares: el árbol de la vida, y el árbol del conocimiento del bien y del mal. El fruto del segundo árbol no debía comerse, o habría consecuencias serias (Gén. 2:17).
Lee Génesis 2:15 al 17. ¿De qué forma se revela aquí la idea de la separación, en esta prueba de obediencia a Dios?
La división es clara y concreta: come de todos los árboles, pero no de este árbol especial, que fue separado de los demás. No hay nada ambiguo acerca de las palabras de Dios. Adán y Eva fueron creados como seres morales, y la moralidad no puede existir sin libertad. Aquí se les presentó una prueba para ver qué harían con esa libertad. “El árbol de la sabiduría había sido puesto como una prueba de su obediencia y de su amor a Dios. El Señor había decidido imponerles una sola prohibición tocante al uso de lo que había en el huerto. Si menospreciaban su voluntad en este punto especial, se harían culpables de transgresión” (PP 35).
¿Cuáles son algunas cosas en tu vida de las que decididamente necesitas separarte?