“Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios había sido buena sobre mí, y asimismo las palabras que el rey me había dicho. Y dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien” (Neh. 2:18).

NEHEMÍAS

jueves 28 enero, 2016

La historia de Nehemías sucede en un momento cuando la nación de Israel ya no existía como entidad política, sino como un remanente esparcido por tierras extranjeras. No obstante, Dios sería fiel a las promesas de su pacto, como siempre, aun cuando la gente no vivía a la altura de su participación en el Pacto.

Lee Nehemías 1. ¿Cuáles son los antecedentes de esta oración? ¿De qué manera nos recuerda la oración de Daniel, en Daniel 9:4 al 19? En ambos casos, ¿cuál era el problema, y de qué forma se desarrolla en todo el drama del Gran Conflicto?

Por medio de la gracia del rey, Nehemías recibió permiso para retornar a Jerusalén y reedificarla. Al llegar allá, pasó los primeros días sencillamente mirando. Trató de investigar la ciudad de noche, pero las pilas de escombros eran tan extensas que no llegó muy lejos (Neh. 2:14); por ello, salió para explorarla desde fuera de los muros (vers. 15).

Lee Nehemías 2:16 al 18. ¿De qué manera crees que Nehemías pudo convencer a los líderes de que comenzaran un trabajo que ellos pensaban imposible? ¿Qué le podría enseñar Nehemías a nuestra iglesia hoy?

Aunque al principio Nehemías no les dijo a los dirigentes para qué había venido, algunas personas no estaban contentas e hicieron todo lo posible para evitar que se realizase algún trabajo para mejorar Jerusalén (Neh. 2:10, 19, 20). Cuando la obra de reparar las murallas comenzó (Neh. 3), uno de estos oficiales extranjeros “se enojó y se enfureció en gran manera” (Neh. 4:1), y se burló de sus esfuerzos (vers. 2, 3). Cuando vieron que el pueblo de Dios era serio acerca de su obra (vers. 6), “se encolerizaron mucho” y planearon un ataque (vers. 7, 8).

Hubiera sido muy fácil retroceder; no obstante, a pesar de toda clase de maquinaciones en su contra, persistieron. Confiando en Dios, Nehemías siguió la reconstrucción del muro, y dejó las amenazas de sus enemigos en las manos de Dios (Neh. 6:14, 15).

Todos enfrentamos obstáculos. ¿De qué modo podemos saber cuándo retroceder y cuándo seguir avanzando?

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