“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Luc. 19:10).

LA ADORACIÓN DEL DIABLO

jueves 4 de febrero, 2016

En la versión de Mateo, mientras la primera tentación se concentró en el apetito y la segunda en manipular a Dios, la tercera era un desafío directo a Cristo mismo, a su señorío y su misión última en la Tierra.

Lee Mateo 4:8 al 10, Deuteronomio 34:1 al 4 y Apocalipsis 21:10. ¿Cuál es el significado del “monte muy alto” al que Satanás llevó a Jesús?

Juzgando por la forma en que la Biblia usa el tema de subir a la cumbre de un monte muy alto para mirar a las naciones, podemos ver que el viaje de Jesús no era para ver el panorama. Este escenario se vinculaba con una visión profética. Desde una cumbre, Moisés ve la Tierra Prometida como sería más tarde; y Juan ve la futura Nueva Jerusalén. En forma similar, Jesús ve más que solo los países del antiguo mundo romano. Nota que Satanás muestra todo de la mejor manera. Muestra sus riquezas y brillo glamoroso, no el crimen, el sufrimiento y la injusticia.

Satanás entonces le dice: “Todo esto te daré, si postrado me adorares” (Mat. 4:9). Del mismo modo en que Satanás engañó a Adán y a Eva, haciéndoles desear ser como Dios (cuando ya habían sido hechos a su imagen), Satanás pretendió que él era Dios, que la propiedad de las naciones del mundo era exclusivamente suya y que, a cambio de un pequeño homenaje, él podía dárselo todo a Jesús (ver Luc. 4:6; comparar con Sal. 2:7, 8).

Lo central en esta prueba era la lealtad. ¿A quién le debe la humanidad su lealtad máxima? En el Edén, cuando Adán y Eva cedieron frente a la serpiente, lo que realmente hicieron fue darle su primera lealtad a Satanás, y esa infección se propagó con rapidez a través de cada generación sucesiva. Sin la directa intervención divina, el Gran Conflicto se habría decidido en favor de Satanás. La raza humana, y tal vez aun la vida sobre la Tierra, no podría haber continuado. Había mucho en juego.

Nota que Jesús, como José con la esposa de Potifar, no permitió que el mal estuviera cerca de él, de modo que salió de la escena del mal potencial (Gén. 39:11, 12). Es también una lección sencilla para nosotros.

Frente a las tres tentaciones, Jesús usó las Escrituras como su defensa. ¿Qué significa esto para nosotros en términos prácticos? Es decir, ¿de qué forma podemos nosotros, cuando nos embiste la tentación, usar las Escrituras para tener la misma clase de victoria?