EL APEDREAMIENTO DE ESTEBAN
Los discípulos no fueron los únicos a quienes los dirigentes religiosos confrontaron durante los primeros días de la iglesia. Esteban, “lleno de gracia y de poder” (Hech. 6:8), fue llevado ante ellos. Su testimonio fue tan convincente que sus adversarios fabricaron historias falsas y acusadoras contra él, por lo que fue arrastrado ante el concilio (vers. 9-14).
En Hechos 7:2 al 53, Esteban dio una respuesta poderosa a quienes lo acusaban. Lee Hechos 7:54, que dice que ellos “se enfurecían en sus corazones” [“fueron cortados hasta el corazón”, VM]; es decir, se convencieron por sus palabras. En Hechos 2:37, después de oír una acusación similar contra ellos, otros también se convencieron. ¿Cuál fue la diferencia en sus respuestas, y cuán vital es un corazón entregado a Dios?
Los apóstoles hasta ahora habían tenido éxito al desafiar a los líderes; pero, cuando Esteban trató de hacer lo mismo, fue matado por una turba airada. La muerte de Esteban marcó el comienzo de un esfuerzo de Satanás para eliminar el nuevo movimiento. Hasta entonces, los seguidores de Jesús habían sido amenazados, pero Esteban fue el primero en ser muerto. Si Satanás pudo inspirar a algunos líderes para que ejecutaran a Jesús, sus seguidores no debían esperar nada menos.
Por supuesto, a lo largo del Gran Conflicto, de tanto en tanto, el Señor suscita una victoria de lo que parece una derrota. No fue diferente aquí.
“Después de la muerte de Esteban, Saulo fue elegido miembro del Sanedrín como reconocimiento por la parte que había desempeñado en aquella ocasión. Durante algún tiempo, fue un poderoso instrumento en las manos de Satanás para proseguir su rebelión contra el Hijo de Dios. Pero pronto, este implacable perseguidor iba a ser empleado para edificar a la iglesia que estaba demoliendo a la sazón. Alguien más poderoso que Satanás había escogido a Saulo para ocupar el sitio del martirizado Esteban, para predicar y sufrir por el Nombre, y difundir por todas partes las nuevas de la salvación por medio de su sangre” HAp, p. 85
Algunas veces vemos que algo bueno sale de lo que es obviamente malo. No obstante, ¿qué hacemos cuando no vemos que surge nada bueno del mal, sino que solo hay mal?