“Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria” (1 Cor. 15:54).

ADÁN Y JESÚS

domingo 28 febrero, 2016

Aunque Pablo es mejor conocido por su clara exposición del evangelio, sus explicaciones del Gran Conflicto son también vitales. En medio de su enseñanza de las buenas nuevas, resume sus puntos principales: hemos sido “justificados por la fe” por medio de Jesús (Rom. 5:1); tenemos acceso directo a Dios, “nos gloriamos en la esperanza” (vers. 2); y las tribulaciones ya no nos preocupan (vers. 3-5). También nos promete que, “siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (vers. 8), y que ahora somos “salvos” por la vida y la muerte de Cristo en nuestro favor. También somos salvos del juicio final de Dios contra el pecado (vers. 9, 10), y nos regocijamos en que hemos sido reconciliados con él (vers. 11).

Lee Romanos 5:12 al 21. ¿De qué manera se revela el Gran Conflicto en este pasaje?

Tras hablar de lo que Cristo hizo por nosotros, Pablo explica cómo lo hizo. Debido al daño causado por Adán en el jardín, no habría esperanza de un futuro eterno y Satanás sería el triunfador en el Gran Conflicto. Con lo que hizo, Adán trajo la muerte a todos (Rom. 5:12). Aun el dar los Diez Mandamientos en el monte Sinaí no podía detener el problema del pecado y la muerte. La Ley solo clarificó qué era el pecado, pero no era la respuesta al pecado. El problema del pecado y de la muerte solo podría resolverse por medio del sacrificio de Jesús. Jesús pagó la deuda mediante el don lleno de gracia de su propia vida (vers. 15, 16).

Ahora la humanidad puede ser restaurada. Así como la muerte había “reinado” por causa del pecado de Adán, ahora la “abundancia de la gracia” y el “don de la justicia” podían reinar por causa de la fidelidad de Jesús (Rom. 5:17). No es justo que hayamos perdido el paraíso por causa de Adán. No tuvimos parte en su elección equivocada, pero sufrimos las consecuencias de ella. Al mismo tiempo, tampoco es justo que recuperemos el Paraíso. No tuvimos nada que ver con lo que Jesús hizo hace dos mil años. Pablo resume su argumento en Romanos 5:18 al 21. El primer Adán trajo condenación y muerte; el segundo trajo reconciliación y vida.

“Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom. 5:8, énfasis añadido). Pon tu propio nombre allí, y reclama esa promesa para ti. ¿Qué esperanza te da?

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