“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apoc. 3:20).

LA IGLESIA DE LAODICEA

jueves 17 marzo, 2016

También Laodicea recibe algunas descripciones de Jesús: “el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios” (Apoc. 3:14). Estas descripciones son aspectos clave de la divinidad de Cristo. El “Amén” es una referencia a Isaías 65:16, donde la palabra “Amén” es traducida como “el Dios de verdad” y vinculada con el Pacto. Jesús es el gran Dios guardador del Pacto, el Dios que guarda sus promesas de salvación y restauración. Jesús también es el Testigo el que testifica a su pueblo acerca de cómo es Dios realmente (Apoc. 1:5; 22:16; Juan 1:18; 14:8-10). Él también es el Creador (Col. 1:16, 17).

Lee Apocalipsis 3:14 al 22. ¿Qué le dice Jesús a esta iglesia que haga? ¿Qué significan estas palabras para nosotros hoy?

Después de estos primeros textos que nos dicen quién es realmente Jesús, es necesario clarificar quién es esta iglesia. En otras palabras, solo podemos realmente conocernos si primero conocemos a Dios. Las personas de esta iglesia han estado engañándose hasta el punto de creer que son lo opuesto de lo que realmente son (Apoc. 3:17). Jesús luego les ruega que procuren tener la claridad de visión necesaria para ver las cosas como realmente son y que sean transformados en lo que necesitan (vers. 18).

La alternativa es el juicio divino en dos fases. Primero, puede ser necesario un poco de la antigua disciplina paterna (Apoc. 3:19); luego, existe la posibilidad de que Dios los “vomite” de su boca, como un bocado de agua descompuesta (vers. 16).

A esta iglesia que está tan cerca de ser echada de la presencia de Dios se le dan las mayores promesas. Jesús quiere demorarse y tener una comida con ellos (vers. 20), algo reservado solo para los amigos íntimos. Después, les promete la oportunidad de sentarse con él en su Trono (vers. 21).

Al hacer un seguimiento de las siete iglesias, es interesante ver el enfriamiento del pueblo de Dios y su alejamiento de él. ¿Cómo sucedió esto? Parece que, aunque la guerra ya está ganada, algunas personas todavía persisten en aferrarse al mal y a los poderes de las tinieblas. No hay dudas de que, cuando miramos la historia de estas iglesias, se pone de manifiesto el Gran Conflicto que se expresa allí. Y seguirá siendo así hasta la segunda venida de Cristo.

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