“Él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mat. 1:21).

UN LINAJE REAL

lunes 28 de marzo, 2016

No importa qué conceptos tuvieran los judíos con respecto a la venida del Mesías, una cosa era cierta: el Mesías sería de la casa de David. (Aún hoy muchos judíos religiosos que esperan al Mesías creen que debe venir de la casa de David.) Por eso, Mateo comenzó su Evangelio estableciendo la identidad de Jesús como el Mesías. Por cuanto el Mesías había de ser de la simiente de Abraham (Gén. 22:18; Gál. 3:16), el Padre de la nación judía, y del linaje de David, Mateo procura mostrar el linaje de Jesús y su directa vinculación no solo con Abraham (como estaban la mayoría de los israelitas), sino también con el rey David. Muchos comentadores creen que Mateo pensaba en una audiencia mayormente judía; de allí el fuerte énfasis en establecer las credenciales mesiánicas de Jesús de Nazaret.

Lee los siguientes textos. ¿De qué manera favorecen la compresión de lo que Mateo procuraba presentar?

2 Sam. 7:16, 17

Isa. 9:6, 7

Isa. 11:1, 2

Hech. 2:29, 30

Todo esto nos ayuda a entender por qué el Evangelio de Mateo comienza como lo hace: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David” (Mat. 1:1). Primero y principalmente, se describe a Jesucristo como el “hijo de David”. Y así como esta descripción de Jesús está al comienzo del Nuevo Testamento, hacia el final leemos estas palabras: “Yo Jesús, he enviado a mi ángel para darles a ustedes testimonio de estas cosas que conciernen a las iglesias. Yo soy la raíz y la descendencia de David, la brillante estrella de la mañana” (Apoc. 22:16, NVI). Jesús sigue siendo la “raíz y la descendencia de David”.

Qué testimonio poderoso de la naturaleza humana de Jesús y de su humanidad; nuestro Creador se ha vinculado con nosotros de maneras que apenas podemos imaginar.