“Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mat. 7:28, 29).

PRINCIPIOS Y NORMAS

domingo 10 de abril, 2016

Repasa brevemente el Sermón del Monte en Mateo 5 al 7. Resume en las líneas que siguen lo que te parece que se destaca más y qué te dice a ti.

“Tal vez ningún otro discurso religioso en la historia de la humanidad ha atraído tanto la atención como el Sermón del Monte. Filósofos y activistas desde muchas perspectivas no cristianas han rehusado adorar a Jesús y, no obstante, han admirado su ética. En el siglo XX, Mohandas Gandhi fue el más famoso no cristiano devoto del sermón”.−Craig L. Blomberg, The Gospel of Matthew; The New American Commentary: Matthew, t. 22, pp. 93, 94.

Se ha valorado este sermón de diversas maneras. Algunos ven en él una norma moral imposiblemente elevada, que nos impulsa a arrodillarnos y nos obliga a reclamar la justicia de Cristo como nuestra única esperanza de salvación, porque todo hemos quedado cortos en alcanzar la norma divina a la que Dios nos llama. Otros lo ven como un discurso de ética civil, un llamado al pacifismo. Algunos han visto en él un evangelio social, un llamado a traer el Reino de Dios a la Tierra por el esfuerzo humano.

En cierto sentido, todos ponemos algo de nosotros al leer este sermón, pues este nos toca en áreas vitales de nuestra propia vida; todos reaccionamos ante él de forma particular. Elena de White escribe:

“En el Sermón del Monte, [Jesús] trató de deshacer la obra que había sido hecha por una falsa educación, y de dar a sus oyentes un concepto correcto de su reino y de su propio carácter. [...] Las verdades que enseñó no son menos importantes para nosotros que para la multitud que lo seguía. No necesitamos menos que dicha multitud conocer los principios fundamentales del Reino de Dios” (DTG 266).

Sea lo que fuere que pongamos en él, el Sermón del Monte presenta los principios fundamentales del Reino de Dios. Nos muestra el desempeño de Dios como gobernante de su Reino, y nos señala lo que Dios nos llama a ser como súbditos suyos. Es un llamado radical, de los principios y las normas de los pasajeros reinos de este mundo, a los principios y las normas del Reino que existirá para siempre. (Ver Dan. 7:27.)