Conclusión
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Un cristiano hablaba a estudiantes en un campus secular acerca de la existencia de Dios. Después de usar todos los argumentos comunes, tomó una dirección diferente.
“Saben, cuando yo tenía la edad de ustedes, no creía en Dios. Cuando algo me convencía de que tal vez Dios existía, me sacaba esa idea de la cabeza. Pero algo me decía que, si realmente Dios existía, entonces –considerando la forma en que vivía– estaba en un verdadero problema”. Al instante, la actitud cambiaba. Docenas de conciencias comenzaban a girar sobre sí mismas. Era casi como si la temperatura en la sala hubiese subido por la fricción detrás de todos esos rostros ahora incómodos. Había tocado un punto sensible. Estos estudiantes, que no eran cristianos, tal vez no muy preocupados por los Diez Mandamientos, sentían que no estaban bien en lo moral y que, si había un Dios, ellos tendrían que responder por muchas cosas. Como cristianos, deberíamos estar en armonía con las normas morales de Dios y no sentirnos incómodos cuando nos confrontan con la realidad de un Dios moral. Eso es por causa de la promesa del evangelio; porque, cuando somos confrontados con nuestra pecaminosidad, nos refugiamos en la justicia de Cristo ofrecida por fe, “sin las obras de la ley” (Rom. 3:28), y podemos reclamar la promesa de que “ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Rom. 8:1). “Sin distinción de edad, jerarquía, nacionalidad o privilegio religioso, todos están invitados a venir a él, y vivir” (DTG 370).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- Lee Mateo 16:1 al 12. ¿Qué crees que quiso decir Jesús cuando advirtió: “Guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos” (vers. 6)? Los discípulos pensaron que Jesús hablaba de levadura literal. Durante la Pascua, los judíos eran muy cuidadosos de eliminar la levadura; por eso, ellos pensaron que Jesús les estaba diciendo que no compraran pan con levadura. Pero, Jesús pensaba en algo mucho más profundo. ¿En qué?
- El amor de Cristo por todos los pueblos debería ser el mensaje principal del cristianismo, ya que todos somos pecadores que luchan. Ninguno de nosotros tiene esperanza alguna fuera de Jesucristo. Sin embargo, a veces el mensaje que enviamos puede ser de crítica, arrogancia y superioridad. Al seguir la conducción de Jesús como iglesia, ¿de qué modo podemos mostrar nuestra compasión por todas las personas?