“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Mateo 16:15

PEDRO Y LA ROCA

sábado 14 de mayo, 2016

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Gálatas 4:4; Hebreos 7:26; Mateo 16:13-20; Efesios 2:20; Mateo 16:21-27; 17:1-9.

“DESDE ENTONCES, COMENZÓ JESÚS a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día” (Mat. 16:21).

El Nuevo Testamento es claro: Jesús tenía que morir. Al afrontar la sombra amenazante de la Cruz, Jesús oró: “Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora” (Juan 12:27). Este era el plan divino, concebido en la mente de Dios, aun “desde antes del principio de los siglos” (Tito 1:2; ver también 2 Tim. 1:9).

Por eso Jesús no dijo, sencillamente, que sufriría muchas cosas, moriría y resucitaría al tercer día; dijo que era necesario que afrontara esas cosas. Dada la naturaleza de Dios, la santidad de la Ley y la realidad del libre albedrío, su muerte era la única manera en la que la humanidad podría salvarse de la penalidad de la transgresión.

Esta semana veremos más de la historia de Jesús, aunque nos concentraremos en Pedro y el modo en que respondió al ministerio de Jesús, mientras este marchaba hacia la muerte planeada desde “antes de la creación” (NVI).