“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Mateo 16:15
Conclusión
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: La historia de cómo Pedro obtuvo el dinero –la cantidad exacta– del primer pez que pescó es tan extraordinaria que algunos eruditos han tratado de eliminarla. Es solo un “cuento popular”, una historia aguda, nada más. Pero esa es una solución totalmente inadecuada. Claro, en contraste con las otras clases de milagros –por ejemplo, sanar enfermos, dar vista a ciegos, resucitar muertos, alimentar a los hambrientos–, este es de una naturaleza diferente. En la Biblia, además, tenemos una hacha que flota (2 Rey. 6:2-7); y un vellón mojado en suelo seco, y seco en suelo húmedo (Juec. 6:36-40). Por eso, no es de una naturaleza desconocida en la Escritura. ¿Por qué Jesús no le dio directamente el dinero a Pedro para pagar el tributo, en vez de hacer algo sorprendente a fin de resolver un problema pequeño? El texto no lo dice. Sin embargo, esto nos muestra el increíble poder de Dios, que no debe sorprendernos ya que vemos evidencias de lo increíble que es todo el tiempo. Nuestra existencia, aunque mucho más pequeña que el cosmos visible, es una manifestación asombrosa del poder de nuestro Dios. Si Dios pudo crear el cosmos, una moneda específica en la boca de un pez específico no era nada. Aunque escrito en un contexto diferente, Pablo lo presenta así: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Rom. 11:33). El informe de Mateo es apenas una manifestación más de esta verdad.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- La lucha de Pedro de someter su voluntad a Dios es también nuestra lucha. Una metáfora poderosa de esta lucha aparece en Malaquías 1, donde Dios pide a los judíos que traigan sus mejores animales para los sacrificios. “Trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? dice Jehová” (Mal. 1:13). ¿Por qué le interesaría a Dios qué clase de sacrificio le llevamos? Porque él quiere que le entreguemos lo que más deseamos mantener. ¿A qué cosas te aferras más? ¿Cómo puedes soltar estas cosas y entregarlas al Señor?
- Piensa en la manera en que Jesús resolvió el problema del tributo del Templo. En lugar de empeorar la situación, él la enfrentó con calma. ¿Qué nos enseña esto acerca de los conflictos diarios en que podamos encontrarnos? ¿Cómo sabes cuándo es tiempo de hablar, y cuándo es mejor guardar silencio?