“Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mat. 28:18).

NUESTRO SUSTITUTO CRUCIFICADO

lunes 20 de junio, 2016

Lee Mat. 27:45 y 46. ¿Cuál es el significado de este grito? ¿De qué manera comprendemos sus implicaciones en el plan de salvación?

Mateo registra lo que los teólogos llaman “el grito de desamparo”. Desamparo da la idea de abandono, de alguien con necesidades. Vemos aquí que Jesús sintió el abandono del Padre. Las tinieblas que rodeaban la tierra en esos momentos simbolizaban el juicio divino (Isa. 13:9-16; Amós 5:18-20; Jer. 13:16); Jesús estaba experimentando en sí mismo las horrendas consecuencias del pecado, la completa separación del Padre. Él estaba cargando sobre sí mismo la condenación divina contra el pecado, que debió haber sido la nuestra. “Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan” (Heb. 9:28; ver también 2 Cor. 5:21). En la Cruz, Jesús se apropia del lenguaje de Salmo 22:1 porque él estaba experimentando la separación de Dios debida al pecado. “Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isa. 59:2).

Esto no era una simulación. Jesús realmente cargó la ira de Dios contra el pecado; la penalidad por nuestras transgresiones cayó sobre él y su alma se llenó de espanto al cargar el peso de nuestra culpa sobre sí mismo. ¡Cuán malo es el pecado a la vista de Dios, que requirió que un miembro de la Deidad sufriera el castigo para que seamos perdonados!

Y, aun en medio de este horror, Jesús pudo exclamar: “¡Dios mío, Dios mío!” A pesar de todo lo que le sucedía, su fe permaneció intacta. Se mantuvo fiel hasta el fin, sin importar el sufrimiento.

¿Cómo es sentir la separación de Dios por causa del pecado? ¿Por qué el reclamar la justicia de Cristo es nuestra única manera de regresar; un reclamo acompañado de arrepentimiento, confesión y una resolución de abandonar ese pecado?