“Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mat. 28:18).

VELO RASGADO Y ROCAS PARTIDAS

martes 21 junio, 2016

Cada evangelista contó la historia de Jesús desde una perspectiva diferente, pero todos se concentraron en su muerte. Sin embargo, solo Mateo registra el velo rasgado y las tumbas abiertas.

Lee Mateo 27:49 al 54. ¿Qué significan estos eventos? ¿A qué esperanza nos señalan?

Jesús murió inmediatamente después de que la turba, ignorando las palabras reales de él, se burló acerca de que pedía que Elías fuera a salvarlo. Esta burla era otro ejemplo fuerte y triste del modo en que Jesús había sido mal comprendido por muchos de su propio pueblo.

Mateo luego registra que el velo del Templo se rasgó de arriba abajo. El simbolismo es inconfundible: había comenzado una nueva era en la historia de la salvación. Los servicios de sacrificios, que por tanto tiempo habían señalado hacia Jesús, ya no eran necesarios. El antiguo tipo terrenal se reemplazaba ahora por algo mucho mejor.

Lee Hebreos 8:1 al 6. ¿Qué dicen estos textos que nos ayudan a comprender qué ocurrió con el sistema del Santuario terrenal, y qué lo reemplazó?

Mateo no solo registra el velo rasgado, sino también que las rocas se partieron, las tumbas se abrieron y algunos de los muertos fueron resucitados: eventos que solo podían ocurrir por lo que Jesús había logrado al morir como nuestro Sustituto por el pecado. Así que, en Mateo vemos que sucedieron cosas que el antiguo sistema nunca podría haber producido. “Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados” (Heb. 10:4). Por supuesto, solo Jesús puede quitar los pecados, y el gran resultado para nosotros, la gran promesa, al quitar Jesús nuestros pecados, es la resurrección de los muertos. Sin esa promesa, no tenemos nada (ver 1 Cor. 15:13, 14, 19). En esas primeras resurrecciones (no sabemos cuántas fueron), podemos ver la esperanza y la promesa de nuestra resurrección al final de esta era.

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