“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Gén. 1:27).

RESTAURACIÓN EN JESÚS

miércoles 29 junio, 2016

“Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros” (Gál. 4:19).

Originalmente, fuimos creados como seres perfectos en un mundo perfecto y completo. Pero, este paraíso anterior a la Caída se perdió por causa del pecado, y el mundo tal como lo conocemos está lleno de muerte, violencia, sufrimiento, miedo e ignorancia. El plan de salvación fue creado a fin de que este mundo volviera a su perfección original. Cristo vino para recuperar lo que se había perdido con la Caída.

“En el principio, Dios creó al hombre a su propia semejanza. Lo dotó de cualidades nobles. Su mente era equilibrada, y todas las facultades de su ser eran armoniosas. Pero la Caída y sus resultados pervirtieron estos dones. El pecado echó a perder, y casi hizo desaparecer, la imagen de Dios en el hombre. Restaurarla es el objeto con que se concibió el plan de la salvación, y se le concedió un tiempo de gracia al hombre. Hacerlo volver a la perfección original en la que fue creado es el gran objeto de la vida, el objeto en que estriba todo lo demás” (PP 584).

Aunque esta restauración no se completará hasta que haya cielos nuevos y Tierra Nueva, ¡el proceso ya comenzó en nosotros ahora!

Lee Gálatas 4:19. ¿Qué lección espiritual importante presenta Pablo aquí?

En Hebreos 1:3 se presenta a Cristo como la imagen de Dios: “la imagen misma de su sustancia”. (Compara esto con Juan 14:9; 2 Cor. 4:4; Col. 1:15.) Él desea unirse con nosotros a fin de restaurar la imagen de Dios en nosotros. Si se lo permitimos, la imagen de Dios puede estar en nosotros: “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Col. 1:27).

La expresión final de la restauración ocurrirá en la Segunda Venida (ver 1 Cor. 15:49; 1 Juan 3:2). Sin embargo, cuando Cristo está en nosotros y nosotros en Cristo, comienza el proceso de ser restaurados a la imagen de Dios. Cuando eso sucede, anhelamos traer a otros a Aquel que también puede restaurarlos a ellos.

Aunque la obra de restaurarnos comienza ahora en nosotros, ¿por qué debemos recordar que esa restauración no será completa hasta la segunda venida de Jesús?

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