LA RESTAURACIÓN DE TODAS LAS COSAS
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 1:26, 27; Deuteronomio 6:5; Génesis 3:8-19; Santiago 4:4; Gálatas 4:19; Marcos 2:1-12; Juan 10:10.
BASTA MIRAR EN DERREDOR, al mundo, al vecindario, a uno mismo, para ver el punto. Y ¿cuál es el punto? Algo anda terriblemente mal.
Se llama la caída, pecado, rebelión y, también, se llama el Gran Conflicto.
Y, no obstante, la buena noticia es que eso no es permanente. No ha de durar para siempre. Jesús vino, murió por los pecados del mundo y prometió regresar. Y, cuando lo haga, nada de este mundo permanecerá. En su lugar, comenzará un nuevo reino, su Reino eterno.
“Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre” (Dan. 2:44).
¡Qué restauración!
Pero, no necesario esperar a la segunda venida de Jesús para que comience la restauración. Los que están en Cristo son criaturas nuevas (2 Cor. 5:17); y estamos predestinados a conformarnos a la semejanza de Jesús ahora (Rom. 8:29). Además, nos llama y nos hace poderosos, como su iglesia, de modo tal que también podamos trabajar en favor de la restauración de otros.