“Que hace justicia a los agraviados, que da pan a los hambrientos. Jehová liberta a los cautivos; Jehová abre los ojos a los ciegos; Jehová levanta a los caídos; Jehová ama a los justos. Jehová guarda a los extranjeros; al huérfano y a la viuda sostiene, y el camino de los impíos trastorna” (Sal. 146:7-9).
UNA FUERZA PARA EL BIEN
Conocer la verdad, por maravilloso que sea, no es suficiente. En Isaías 58, el pueblo de Dios era apasionado acerca de sus formas y prácticas religiosas, y no obstante era débil en aplicar su fe de una manera práctica. Como un eco del llamado de los profetas del Antiguo Testamento, Dios está llamando hoy a su iglesia a ser una fuerza para el bien, a demostrar la verdad acerca de su carácter.
Lee los siguientes textos. ¿De qué forma podemos, como iglesia local y como iglesia mundial, procurar realizar lo que Dios nos está llamando a hacer en esta área?
Sal. 82:3
Isa. 1:17
En una iglesia urbana de una gran ciudad, ubicada en una comunidad plagada por violencia armada, la clara voz profética de su pastor resonó durante un congreso de ministerio urbano en 2011. He aquí algunos extractos de su discurso: “¡Los cristianos deben detener la marcha de la muerte!” Refiriéndose a la historia bíblica de cuando Jesús detuvo una procesión fúnebre y resucitó al hijo de la viuda de Naín (Luc. 7:11-17), él explicó que la iglesia no podía quedarse tranquila mientras la violencia callejera aumentaba en su comunidad. Les preguntó a sus oyentes: “¿Somos sencillamente una iglesia que se levanta para dar discursos en sepelios? No se trata de preguntarle a Dios: ‘¿Por qué permites el sufrimiento?’ Es Dios quien nos dice: ‘¿Por qué ustedes permiten el sufrimiento?’ ”
Esta iglesia también es muy activa en el desarrollo comunitario. Durante siete años, el coro salía a las calles de su comunidad, y cantaba, repartía volantes y ofrecía los servicios de la iglesia a quienes tenían necesidades. A través de este contacto con su comunidad, la iglesia ayudó de muchas maneras y benefició grandemente a los necesitados. Por medio de numerosos y variados programas, la iglesia produjo una gran diferencia en su comunidad.
Esto es solo un ejemplo de las muchas formas en que nosotros, como iglesia, podemos ser una fuerza ministradora y sanadora en nuestras comunidades.
¿Qué puede hacer tu iglesia local para ayudar a los necesitados de tu comunidad?